Por Esteban Hernández V.
Periodista
El alcalde de La Unión, Saturnino Quezada, ha decidido inaugurar un monumento al pueblo palestino en la comuna. Sí, leyó bien: en vez de priorizar los múltiples problemas que aquejan a nuestra ciudad —desde la salud primaria colapsada, las calles llenas de hoyos, la inseguridad en aumento y la falta de oportunidades laborales para nuestros jóvenes—, el edil ha optado por importar un conflicto milenario y tremendamente complejo, instalándolo simbólicamente en nuestra comuna.
¿Con qué objetivo? ¿Qué gana La Unión al levantar un monumento a una causa que, lejos de ser consensuada, divide al mundo entero? Porque no se trata aquí de un gesto neutro ni humanitario. Es verdad que el pueblo palestino sufre el rigor de la guerra por parte de Israel pero no debemos desconocer que el lema palestino —“Desde el río hasta el mar”— no es una expresión inocente. En muchos casos, es una consigna que desconoce la existencia del Estado de Israel y promueve, abierta o veladamente, su eliminación. ¿De verdad queremos levantar un símbolo que, en lugar de unir, siembra la discordia y la ambigüedad política en una comunidad que tiene suficientes desafíos propios?
La Unión necesita inversiones en infraestructura, viviendas dignas, agua potable rural, oportunidades para emprendedores, más seguridad y mejor atención médica. ¿Es esto lo que esperan los vecinos cuando pagan sus impuestos? ¿Que el alcalde se dedique a levantar monumentos con carga geopolítica, mientras los problemas locales siguen esperando soluciones?
Con todo respeto, alcalde Quezada: la causa palestina podrá tener defensores en el mundo, pero su deber es con La Unión. Y en La Unión, no necesitamos más estatuas. Necesitamos gestión.