Columna de Opinión

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Crianza y discapacidad

Por Macarena Guzmán Hernández
Directora Centro de Atención y Estudios de Terapia Ocupacional, U.Central

Según la UNICEF, la crianza consiste en la tarea de proporcionar los cuidados necesarios a lo largo de la infancia, es multidimensional y está en constante evolución. Esta puede ser asumida por la madre, padre, abuelos, hermanos y/u otros adultos cercanos, quienes deben velar por el bienestar físico-social-emocional, proporcionando los cuidados necesarios para que niñas y niños alcancen su pleno potencial.

La crianza debe ser considerada como un ejercicio colectivo, que establece la construcción de comunidades y la vinculación social, es un proceso exigente y demandante, y se concreta de diversas maneras teniendo presente el contexto histórico-cultural. Si a este proceso se suma la presencia de una discapacidad, se torna aún más complejo y puede (potencialmente) convertirse en un factor de vulnerabilidad. En Chile, según el III Estudio Nacional de la Discapacidad, ENDISC (2022) el 14,7% de la población de 2 a 17 años tiene discapacidad, es decir, 587.709 personas.

El nacimiento de un niño o niña en situación de discapacidad, genera un impacto a nivel familiar, estableciendo un quiebre de las expectativas construidas durante la espera de este hijo o hija, o bien, frente al futuro de este, produciendo así un estrés crónico en este núcleo, en donde se atraviesan etapas, al igual que en cualquier duelo. Sumado a esto, las familias de niños y niñas en situación de discapacidad se enfrentan a diferentes barreras o derechamente a la exclusión, la que en ocasiones se presenta de manera silenciosa y otras, mediante expresiones claras y dolorosas.

A raíz de esto, es preciso que los y las profesionales que acompañan el proceso de crianza y prácticas de cuidado, consideren las necesidades del niño o niña, así como las necesidades de las familias respecto a su parentalidad, sus temores y desafíos, pero también los factores protectores, redes de apoyo y las potencialidades que poseen, con especial atención a la singularidad de cada familia, desde un abordaje integral y respetuoso, ya que los procesos se experimentan de diferentes modos y a diferentes tiempos.

Como se hace referencia anteriormente, la discapacidad en la niñez, se constituye como un potencial grupo de especial vulnerabilidad, por lo que es relevante que el Estado continúe generando y reforzando políticas públicas que fortalezcan la crianza a nivel emocional, identitario y social.

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