Por Egon Montecinos
Director Instituto de Administración y CER UACh
Su camiseta es el barrio, su organización, su territorio, la democracia por medio de ellos toma forma y vida, son la expresión genuina de la democracia participativa. No obstante, sus históricas demandas no del todo han sido escuchadas, muchas veces en campañas políticas se les promete que resolverán sus necesidades y legítimos requerimientos para cumplir una adecuada labor dirigencial. Pero con el paso del tiempo y periodos gubernamentales vuelven a mirar con desdén y a ratificar que no se avanza como ellos quisieran.
Sus principales desafíos siguen vigentes. Uno de los más relevantes es avanzar en políticas públicas que garanticen al dirigente social la participación ciudadana como un derecho y no como un favor concedido de autoridades. La ley 20500 fue un avance, pero no garantiza el derecho a participar en los asuntos públicos, existen múltiples requisitos, que deben superarse para que se active ese derecho. Siguen demandando avanzar en políticas regionales y locales de participación ciudadana vinculante, que la participación no sea una pérdida de tiempo, como ha sido habitualmente hasta ahora, o que la participación sea entendida por las autoridades como asistir a una reunión para escuchar y luego volver hasta que se genere un siguiente reclamo.
Un segundo desafío que han planteado es avanzar en garantizar la capacitación dirigencial como un derecho permanente al cual puedan acceder para perfeccionar su labor, la asimetría de información que se provoca con el lenguaje técnico que muchos funcionarios y actores políticos utilizan para tranquilizar las inquietudes de los ciudadanos, a veces son usados mañosamente para evadir respuestas a demandas que son sensibles para la comunidad. Un tercer aspecto que han demandado es avanzar en mecanismos de protección social o seguro social ante posibles inconvenientes o accidentes que pudieran ocurrir en el desempeño de su labor. Hoy recorren sus comunas, sus regiones y muchos de ellos el país, en total desprotección social para cumplir su labor
Sus demandas son mínimas, pero deben asegurarse de ser escuchadas por actores políticos, y hoy más que nunca, en la discusión de la nueva constitución. Las nuevas reglas del juego ojala se orienten a reivindicar esta labor no remunerada y hacerla ver “no como algo buena onda” que puede retribuirse con una torta, un regalo o una palmada en la espalda, su labor se debe retribuir con derechos, especialmente con el derecho político a participar e incidir sobre los asuntos públicos.
Mi reconocimiento y respeto profundo por la labor que realizan la gran mayoría de dirigentes sociales del país, labor que debe dignificarse, porque así se engrandece a la democracia representativa y participativa.