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martes, abril 23, 2024

Revolución educativa, estamos todos invitados!

Mientras los cambios en todos los sectores de la economía y la sociedad son evidentes, en una aparente contradicción, la educación mantiene prácticas que se remontan al siglo XIX. Basta ver la configuración de las salas de clases, hoy un tanto distintas por la pandemia, para darse cuenta que la forma en cómo se enseña-aprende hoy, es similar a la utilizada hace casi 200 años.

Por: Ramón Rubio Donoso
Rector del CFT estatal de Los Ríos

Los cambios que ha experimentado la sociedad desafían al sistema educativo a evolucionar y responder a los nuevos requerimientos de formación, hacia un sistema más flexible, dinámico, que favorezca el desarrollo de las denominadas habilidades del siglo XXI: Herramientas para trabajar, fundadas en la alfabetización en información y en tecnologías digitales; Maneras de pensar marcadas por la metacognición, creatividad y pensamiento crítico; Manera de trabajar orientada a colaborar y compartir información y Habilidades para vivir, que les sitúen en el contexto y les permitan vivir como ciudadanos, reconociendo los valores de ciudadanía, la responsabilidad personal y social, así como la vida y carrera.

Es evidente que los nuevos desafíos demandan de nuevas formas de educar, en las que la flexibilidad, la tecnología y los nuevos métodos debería ser características fundamentales. Sin embargo, al observar los incentivos del sistema es posible encontrarnos con otras aparentes contradicciones, como que las carreras On-Line o semipresenciales no están entre las elegibles para estudiantes beneficiarios de gratuidad o becas del estado, que algunos indicadores de calidad siguen siendo similares para instituciones tan diferentes como las Universidades y las instituciones de formación técnica (Ej. Jornada completa equivalente) o que la alternancia en las empresas no son contabilizadas como parte de las horas de formación.

Es momento de dar un paso importante en educación y aunque es inevitable que se genere temor frente a los cambios, sobre todo si serán disruptivos, a pesar de que es entendible que quienes tienen la responsabilidad de cautelar la calidad del sistema tengan potentes razones por mantener el status quo, teniendo en cuenta que es posible que algunos educadores puedan pensar que “todo tiempo pasado fue mejor”, en el primer cuarto del siglo XXI parece razonable iniciar un proceso de revolución en la educación, como no se ha visto en los últimos dos siglos… A este gran movimiento estamos todos invitados! ¿Quién se suma?

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