Opinión: Las alcaldías como una forma de servicio a la comunidad

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Por Bernardo Berger Fett
Diputado

El mundo municipal es una de las más complejas ramas del entramado público. Son precisamente sus funcionarios, concejales y alcaldes quienes están en la primera línea de atención a los ciudadanos, para resolver la cotidianidad de vivir en comunidad.

Y es que resulta innato. Es al municipio adonde concurren los vecinos con el problema más inmediato, porque son también sus representantes, en la escala de instancias de elección popular, las autoridades más cercanas y conocidas en el entorno de la comuna.

Es también un trabajo ingrato. No más del 13 por ciento del erario fiscal de carácter nacional se resuelve en las comunas, y en áreas como la salud y la educación, al menos hasta ahora las municipalidades asumen todas las obligaciones, pero casi ninguna de las decisiones.

En las últimas décadas han pasado de ser meros administradores de prestación de servicios básicos comunitarios –retiro de la basura, alumbrado, mantención de áreas verdes, entre otras-, a ser entidades de planificación y gestión del desarrollo local.

Ello significa un giro radical que exige una modernización profunda del sector municipal, tanto en la definición de sus roles, objetivos y funciones, como en la conformación de sus plantas funcionarias. Requiere un escenario normativo acorde, que otorgue dinamismo y flexibilidad, pero también garantías de transparencia y probidad, temas estos últimos tan echados de menos en el actual escenario de cosas ventiladas en tribunales y medios de comunicación.

Ayer asumieron los nuevos alcaldes y concejales a lo largo de nuestro país. He tenido la oportunidad de acompañar a varios en los cambios de mando. Aprovecho para enviarles a todos ellos los mejores deseos de éxito en estos cuatro años que se avecinan, las fuerzas renovadas a los que se repetirán el plato, y mi reconocimiento especial a quienes que forman parte de mi sector político.

Desde la experiencia de haber sido alcalde más de 12 años, puedo dar fe de la difícil tarea que emprenden desde el servicio ciudadano más próximo a las necesidades de las familias chilenas, pero por lo mismo, más satisfactorio porque podemos cambiar para mejor la vida de los vecinos con cada acción que emprendemos. Ser alcalde o concejal no es investirse de honores y jinetas: es servicio a la comunidad, a quienes votaron pero también a quienes no lo hicieron, para dejar una comuna mejor de cómo la encontramos.