Mujica padecía un cáncer de esófago diagnosticado en 2023, enfermedad que con el tiempo se extendió al hígado. A comienzos de este año, anunció públicamente que no seguiría con el tratamiento oncológico, expresando su deseo de “morir tranquilo” en su chacra de Rincón del Cerro, donde pasó sus últimos días acompañado por su esposa y compañera política, Lucía Topolansky.
Exguerrillero del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, Mujica pasó 13 años preso durante la dictadura uruguaya. Tras la recuperación democrática, se convirtió en diputado, senador, ministro y presidente de Uruguay entre 2010 y 2015. Su gobierno impulsó reformas históricas como la legalización del matrimonio igualitario, la regulación del mercado del cannabis y una profunda política de redistribución social.
Más allá de su rol institucional, Mujica fue admirado en todo el mundo por su estilo de vida austero, sus discursos directos y su coherencia ética. Siempre rechazó los privilegios del poder y vivió en su modesta chacra, donde cultivaba flores y criaba animales.
Con su muerte, América Latina pierde a uno de sus líderes más auténticos y queridos. Pepe Mujica deja un legado de humanidad, lucha y sencillez que trasciende generaciones y fronteras.