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No vendas tu voto

Mi abuela me contaba que varias décadas atrás los candidatos regalaban zapatos en las campaña, el truco estaba en que al votante se le pasaba un solo zapato y el otro se lo daban si el candidato ganaba, así se aseguraban de que el elector votara por el candidato en cuestión. Hoy se escucha entre la gente decir “al menos este candidato me dio un calendario”, mientras discutían algunos sobre quién era un buen candidato para ser electo, dando cuenta que un regalito de ese tipo pudiera convertir a alguno en mejor o peor opción para desempeñar la función pública.

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Por Camilo Gómez
Abogado

La frustración con la que hemos lidiado como ciudadanos frente a la política durante años se traduce en que cada vez más, transitemos entre exigir mejores representantes y rendirse ante el desgano asumiendo que “da lo mismo quien salga”. La actual crisis que vivimos en nuestro país, sin embargo, nos muestra con total frialdad que eso no es así.

Lamentablemente, muchos candidatos se toman pocas molestias en presentar a la comunidad una propuesta seria, un plan de trabajo o ideas que permitan responder a la pregunta de “¿por qué debería ser concejal/alcalde/gobernador/constituyente?”a lo que el candidato que tiene un proyecto podría responder fácilmente diciendo “porque si me eligen podremos hacer A, B o C que es lo que queremos para nuestra comuna/región/país”. Algunos se saltan esta fase y pasan a lo que es más fácil: regalar alguna cosa pequeña (lo que es permitido) o comprándolo definitivamente, ofreciendo un trabajo, dinero, u otros bienes, obviando lo establecido en el artículo 150 de la Ley 18.700 que lo tipifica como un delito.

Así, la respuesta a la pregunta de “¿por qué debería ser concejal/ alcalde/ gobernador/  constituyente?” se responde con un “porque le regalé un calendario, un premio, una cartera o una caja de alimento” y en la práctica se reduce la democracia simplemente a un intercambio de favores, a una oferta de regalos sin tomarse la molestia de decirle a la gente qué se desea construir, además de simplemente ostentar un cargo.

Uno de los riesgos del acceso a cargos de autoridad en base a regalos es que si la representación de la comunidad se convierte en un negocio de “dame el voto y te doy tal cosa”, es un incentivo para que las autoridades se corrompan y dediquen su labor simplemente a “repartir la torta” entre sus amigos o partidarios, lo que deja sin fuerza la idea de bien común, que no es otra cosa que trabajar para el beneficio de la comunidad en su conjunto y no solo un grupo. Lo contrario sería el equivalente a construir un columpio en el que solo algunos niños pueden jugar, lo que nos parecería inaceptable, entonces ¿por qué lo aceptamos en política?

Dicho lo anterior, el llamado es simplemente a no vender el voto, a tomar una actitud crítica y responder a la pregunta de por qué tal o cual persona debería tener un cargo, tiene buenas ideas, trabaja con la comunidad, es un aporte a la sociedad o simplemente me dio un calendario. Un buen ejercicio, sería hacerles la pregunta a todos los candidatos que en el proceso de campaña tocarán las puertas de su casa pidiendo el apoyo, a cambio de qué será ese apoyo, si una propuesta seria o un solo zapato con la esperanza de que en el futuro, nos den el otro.

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