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Ministra de la Mujer cuestiona rol de la Primera Dama del futuro Gobierno de José Antonio Kast

Las declaraciones de la ministra de la Mujer, Antonia Orellana, sobre la improcedencia de que cargos públicos dependan de vínculos familiares, en alusión al eventual rol de la esposa del presidente electo José Antonio Kast, abrieron una controversia política. Mientras desde el Partido Republicano acusaron imprudencia en los dichos, la ministra vocera Camila Vallejo respaldó la postura del Gobierno, defendiendo la separación entre función pública y parentesco.

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Una nueva polémica política se instaló tras las declaraciones de la ministra de la Mujer y la Equidad de Género, Antonia Orellana, emitidas el pasado jueves en el programa Qué hay de nuevo de Radio Infinita, donde abordó el debate sobre el eventual retorno de la figura de la primera dama en el próximo gobierno de José Antonio Kast.

En su intervención radial, la secretaria de Estado planteó que el énfasis del actual Gobierno ha estado en profesionalizar la función pública y evitar que cargos dependan de relaciones personales o familiares. “Yo creo que si uno saca las declaraciones altisonantes de algunos, lo que pueden ver es que lo que hemos hecho en este gobierno es que no haya funcionarios públicos que dependan de alguien solo por ser pareja de”, afirmó.

En esa línea, Orellana puso como ejemplo instituciones del ámbito social, subrayando la complejidad de concentrar múltiples roles en una sola figura. “Hay instituciones tan vitales como la Fundación Integra. Y una sola persona, bueno, al menos que sea como Modavinci, ¿cierto?, que sepa de artesanía, de desarrollo de la mujer, de la Fundación de la Familia, de educación inicial como Integra, es un poco difícil”, sostuvo.

La ministra añadió que cada administración imprime su propio sello, y que, en el caso del presidente electo, su entorno tendrá libertad para definir roles. “Es evidente, la esposa de José Antonio Kast, María Pía de la Sola, es una persona con una opinión política y seguramente querrá jugar un rol. Y en ese sentido, no hay nada que se lo impida”, señaló, remarcando no obstante el principio que, a juicio del Ejecutivo, debe primar en un Estado moderno: “Lo importante para nosotros como gobierno es que en un Estado moderno no puede la función pública depender de un cargo de parentesco”.

Los dichos generaron una rápida reacción en el círculo del presidente electo. El presidente del Partido Republicano, Arturo Squella, salió al paso de las críticas y pidió mesura a las autoridades del actual Gobierno, solicitando a los funcionarios de la administración saliente “tener cuidado con sus declaraciones”.

Desde La Moneda, en tanto, la ministra secretaria general de Gobierno, Camila Vallejo, respaldó explícitamente las palabras de Orellana. En una vocería posterior al consejo de gabinete de este viernes, la portavoz del Ejecutivo afirmó: “Nosotros tomamos una decisión en su momento, porque entendíamos o creíamos que efectivamente cargos que manejaban recursos públicos no deberían recaer en familiares del Presidente de la República”.

Así, el debate sobre el rol de la primera dama y los límites entre política, familia y administración del Estado se instala tempranamente en la antesala del cambio de mando, marcando un nuevo punto de fricción entre el gobierno saliente y el entrante.

 

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