sábado, mayo 4, 2024

Los seis errores más graves de la humanidad

“Errar es humano, pero perseverar en los errores es diabólico” (San Agustín, escritor, teólogo y filósofo cristiano).

Dr. Franco Lotito,
profesor del MBA de la UACh

El filósofo, escritor, político y orador de la antigua Roma, Cicerón, aseguraba que la humanidad, siglo tras siglo, continuaba cometiendo, una y otra vez, los mismos errores, lo cual, por cierto, es equivalente a afirmar que el ser humano es el único animal sobre la tierra que tropieza dos y, hasta tres veces, con la misma piedra como consecuencia de una proverbial y notable incapacidad para aprender de sus errores.

¿La razón para destacar lo anterior? Muy simple. Ya hemos tenido dos guerras mundiales y, así como vamos, hay serias probabilidades de que se esté muy cerca de comenzar una tercera guerra mundial, esta vez, con bombas atómicas. Lo anterior, a causa de la obcecación, cinismo, estupidez e hipocresía de un sujeto como el actual dictador de Rusia, Vladimir Putin.

Ahora bien, más de dos mil años después, los planteamientos de Cicerón siguen tan, o incluso, más vigentes que nunca, especialmente, en nuestro querido país. Revisemos, entonces, cuáles serían estos seis errores a los que alude este filósofo y pensador:

1. El primero de estos errores es estar convencido que ganar consiste, exclusivamente, en hacer que aquella persona que tenemos frente a nosotros pierda, sin atender a las razones ni argumentos que vengan de la contraparte. Algo que choca con cualquier principio lógico –o incluso del mero sentido común–, especialmente, cuando estamos hablando de llevar a cabo una negociación.

2. El segundo error hace referencia a la tendencia de las personas a angustiarse por cosas y situaciones que no pueden cambiar ni tampoco controlar. Al respecto de lo anterior, bien vale la pena recordar una conocida y sabia frase del teólogo, filósofo y politólogo estadounidense Reinhold Niebuhr –autor de la famosa plegaria de la Serenidad– donde señalaba lo siguiente: “Señor, dame la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las cosas que puedo y sabiduría para reconocer la diferencia”.

3. El tercero de los errores consiste en insistir en que algo es imposible de realizar sólo por el hecho que nadie lo ha intentado hacer, algo que se contrapone totalmente a lo que observamos a través de los ejemplos de personas que lograron llevar a cabo “lo imposible”, ya sea en el plano deportivo, científico, e incluso político, cuando pensamos, por ejemplo, en el caso del ex presidente de una nación violenta y racista como Sudáfrica, Nelson Mandela, quien logró atraer a blancos y negros en pos de un mismo objetivo: la paz y la unidad para una nación partida en dos. O bien, habría que recordar aquello que el gran jugador de béisbol norteamericano, Babe Ruth, solía repetir a cualquiera que lo quisiera escuchar, a saber, que era “imposible derrotar a una persona que nunca se rinde”, demostrando con hechos y ejemplos de sus logros y éxitos personales que nada era imposible.

4. El cuarto error que se repite, una y otra vez, consiste en rehusarse a dejar de lado las diferencias triviales e intrascendentes, en lugar de concentrarse –y ocuparse– de aquello que es importante y relevante para las partes involucradas en la discusión, pensando en alcanzar algo que es muy superior a los intereses de ambas partes en litigio: el bien común.

5. El quinto craso error, hace referencia a negarse y/o a despreocuparse del desarrollo, crecimiento y refinamiento de la propia mente, insistiendo en mantener el propio cerebro en “cero kilómetros” y, como consecuencia de lo anterior, permanecer en la ignorancia voluntaria, algo que representa el peor pecado que un ser humano puede cometer, dada la enorme cantidad de información y conocimientos disponibles que tenemos hoy en día.

6. Un sexto error que, lamentablemente, se sigue cometiendo aún en nuestros días, es forzar –y exigir– a otros pensar y vivir como nosotros queremos, sin ningún tipo de consideración ni respeto por la identidad, principios y valores de aquél que tenemos en frente nuestro, con la intención de pasar, primero, una retroexcavadora sobre estas personas y, a continuación, una aplanadora por encima de todos aquellos que no “comulgan” con nuestro ideario, pensamientos y/o creencias.

Por mi cuenta, yo agregaría un séptimo craso error que estamos cometiendo demasiado a menudo, y que consiste en pensar tan sólo en lo inmediato y en el interés propio, en función de lo cual, los individuos adoptan una actitud absoluta y claramente egoísta y desidiosa, sin consideración alguna por el futuro de todas aquellas personas que vienen detrás de ellos. En este caso, una vez más, no estamos tomando en cuenta el bien común, ni tampoco la necesidad del ser humano de trascender más allá de la propia existencia e interés particular. ¿Un ejemplo de lo anterior? Simple: la desidia, hipocresía y negacionismo que podemos ver relacionado con el notorio cambio climático que está sufriendo nuestro planeta, así como con los graves desastres a nivel mundial que ello está ocasionado, es un claro ejemplo de lo que se está señalando aquí.

Y, para desgracia de la humanidad, este no es, por cierto, el único ejemplo de lo cortoplacista que están siendo quienes –lamentablemente– tienen en sus manos el destino y el futuro de la humanidad. Tal vez habría que recordar un viejo refrán que señala que “por pequeños errores se pierden grandes personas”. La pregunta que surge en forma natural es: ¿y qué sucede cuando se cometen grandes y graves errores?

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