Por Pedro Salinas Quintana
Psicólogo Clínico y Doctor en Filosofía.
Académico de Facultad de Salud de la Universidad Central de Chile.
La crítica de Codina apuntaba a la falta de consideración del gobierno central hacia los gobiernos comunales en la perspectiva de abordaje de la pandemia. A la voz de Codina se sumaron muchos otros alcaldes de distintos sectores políticos marcando el mismo punto. Previamente, la idea de un retorno progresivo a clases y los problemas derivados de la falta de vacunas en los consultorios, ya habían encendido la polémica entre autoridades comunales y MINSAL y su eslogan de “retorno seguro”.
Al respecto, si se quisiera observar una constante en la relación entre política y poder frente la crisis por el COVID-19, ha sido la marcada tensión entre el Gobierno y sus municipios. Muchas veces, ya desde el estallido social del 2019, el senador Ossandón o el diputado Desbordes calificaron al Gobierno como “falto de calle” por no comprender que es desde el territorio desde donde se debían levantar las necesidades reales de la gente y sus problemáticas locales.
En 1931 el científico Polaco Alfred Korzybski dejaba para la historia de la ciencia un aforismo que refleja de forma magistral la tensa relación entre Gobierno y municipios: «el mapa no es el territorio». Con esta aseveración, el también filósofo, hacía ver un problema epistemológico derivado de la insalvable brecha entre la representación que hacemos de algo y la cosa misma. Dicho de otra forma, muchas personas confunden los modelos que hacen de la realidad con la realidad misma, entendiendo que ésta asume siempre un carácter diverso y dinámico como parte de una construcción continua entre actores sociales, sociedad y cultura.
Producto de las protestas de las comunas de El Bosque, La Pintana, Renca y Recoleta, es probable que nuevamente veamos resurgir algún grado de tirantez entre alcaldes y Gobierno, cuando los llamados a la “unidad nacional“ siguen teniendo como eje central la economía y no la debacle social en curso. Que el ministro Briones y representantes de los partidos políticos lideren esta nueva iniciativa de unidad del gobierno no hace sino desantender la legítima demanda de mayor participación e injerencia que tanto municipios, como ONG’s y otras agrupaciones que conocen in situ el efecto de la pandemia, han efectuado continuamente al Gobierno.
La pregunta nuevamente quedará abierta, entonces, ¿quiénes conocen mejor la realidad y las necesidades de las personas para poder dar un verdadero ejemplo de gobernanza ante la población? ¿Un gobierno central alimentado por datos macro de orden socioeconómico o alcaldes que comparten la realidad y las necesidades cotidianas de la población?.
Estas interrogantes, por cierto, dan para pensar algo más profundo: ante situaciones de crisis o catástrofe psicosociales, económicas y sanitarias, ¿de dónde debieran surgir las iniciativas primeras de intervención pública dirigidas al territorio? ¿De la base de la pirámide del poder o de su cúspide? Hemos visto por los medios cómo es que la Asociación Chilena de Municipalidades (AChM) muchas veces y pese a la distancia política de sus miembros, logran visiones mucho más conjuntas, unidas y cohesionadas con las necesidades de la población, que los diagnósticos surgidos del poder central o de los partidos políticos. En tiempos de fuertes crisis representacionales me parece complejo concebir una política pública efectiva ante la sindemia, desvinculada de las personas y los lugares que habitan, más aun cuando el mismo ministro que ha liderado todo el aparataje del estado para afrontar la pandemia reconoce su desconocimiento de las condiciones de pobreza y hacinamiento con que una buena parte de la población del país vive. ¿Cómo se puede, entonces, intervenir efectivamente sobre una realidad social y humana tan distante a la propia?.
El mapa, sin duda, no es el territorio…