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viernes, abril 26, 2024

¿Salud o economía en tiempos de COVID-19? Una disyuntiva errada…

Privilegiar salud o economía... Esta es una pregunta que mucha discusión está generando en el presente. Lo cierto es que –y para ser tajante desde las primeras líneas de esta columna– habría que ser muy descriteriado, inhumano y egoísta para pensar que lo segundo es más prioritario que lo primero; es puro sentido común, ¿o no?

Por Cristian M. Cárdenas Aguilar

Ya lo decía el economista nacional, Manfred Max Neef, en su texto “Desarrollo a escala Humana”, afirmando que «… Ningún interés económico –bajo ninguna circunstancia– puede ni debe estar por encima de la vida…»; o el mismísimo multimillonario y (co) creador de Microsoft, Bill Gates, quien hace tan solo unos días en el evento TED Connects: Community and Hope manifestaba que, a pesar de que “…el efecto económico (del COVID-19) es realmente dramático y que nada como esto le ha pasado a la economía en nuestras vidas, recuperarla es más reversible que revivir a las personas…» Aunque con un sentido bien profundo, ambas afirmaciones suenan bastante obvias. ¿Y quién podría estar en desacuerdo con aquello? Poco probable.

Ahora bien, si vamos a Chile, mucho se habla y discute hoy en día en relación a esto; sin embargo, creo que esa no es la gran pregunta a resolver (salud versus economía), nos estamos equivocando y, como tantas veces en nuestra historia reciente, polarizamos, reducimos y simplificamos las discusiones a opción A o B, cayendo por tanto en típicos epítetos como «… el que se preocupa del rumbo económico y de los indicadores sólo piensa en los intereses personales o en el de los grandes empresarios y/o grupos privilegiados» y, por si esto fuera poco, es posible leer que, los que tienen cierta tendencia a pensar en la economía en tiempos de crisis sanitaria mundial, son personas con valores que están al debe, solo por mencionar un par de ejemplos. ¡Qué estupidez!

Lo cierto es que la gran interrogante y desafío a superar tanto para las autoridades de turno, incluyendo al Gobierno liderado por Sebastián Piñera, la mal llamada oposición y los gobiernos locales, como también para nosotros como ciudadanos/as, sería: ¿Cómo logramos generar una ecuación (entiéndase como fórmula) que junto con evitar la proliferación de COVID-19 y el aumento de las muertes de chilenos y chilenas consiga a la vez reducir al máximo posible las secuelas en las economías familiares (domésticas, territoriales y nacionales propiamente tales) tanto en lo inmediato como una vez frenado el problema sanitario contingente?

Si bien la salud siempre será lo primero, no es menos cierto que no estamos dimensionando la extrema relevancia y complejidad de las decisiones en materia económica para el rumbo de una nación y, por ende, de cada integrante de esta (la población). La economía sí importa señores y señoras, y no debe descuidarse ni mucho menos escatimarse esfuerzos individuales, estatales y empresariales.

¿Cómo no poner atención en la recesión técnica en la que estamos entrando, en la decadencia del empleo, en el alza sostenida de los precios de bienes básicos, en la falta de inversión o en el alza del dólar? No nos confundamos, estas son temáticas que a todos/as nos afectan y debieran preocuparnos, no hay que verlo como algo ajeno, esto independientemente de que estemos atravesando la peor de las calamidades posibles, no es algo excluyente y que deba “olvidarse” por tal realidad. ¿Estamos al debe en la asignación y distribución de los recursos estatales? Sí, totalmente de acuerdo, hay gastos que no son para nada necesarios.

¿Falta mayor fiscalización y regulación de las imperfecciones del mercado y en específico del control de los precios abusivos? Evidentemente, tenemos muchos ejemplos actualmente, como el alcohol gel, las mascarillas, el pan, entre otros. ¿»Satanizamos» de forma generalizada la labor empresarial? Sí, también, e injustamente no comprendemos la suma importancia que poseen las empresas en nuestras vidas. ¿Estamos siendo conscientes, responsables y solidarios en el consumo de bienes y servicios de primera necesidad en tiempos de crisis como hoy? No, y con eso –por falta de cultura financiera al no entender el comportamiento del mercado y por ser escasamente empáticos– incrementamos la demanda y los precios se van para las nubes.

¿Dimensionamos lo que implica la paralización total de un país para nuestro propio futuro? No, porque creemos que el Estado nos va a ayudar y en algún momento nos “rescatará”, siendo que esto es parcialmente falso y económicamente inviable; la responsabilidad fiscal es un tema que no estamos considerando con la suficiente racionalidad. ¿Necesitamos iniciativas gubernamentales que alivien el bolsillo de nuestras comunidades durante estos meses de paralización de la población económicamente activa (PEA)? Pues obvio, pero en lo elemental y estrictamente urgente, por ejemplo en la suspensión del pago de cuentas en los servicios básicos y de los créditos hipotecarios, o que los salarios no se vean afectados por estar en cuarentena. En esto último, caemos en la comparación irresponsable con las medidas de otros países, pero no analizamos el trasfondo y el detalle de cada iniciativa; nos quedamos con el “titular”.

El escenario actual es muy difícil, incierto y complejo de manejar. Por lo mismo, la invitación es que todos y todas no caigan en lo inicial de este escrito, no todo se reduce a lo uno o lo otro (salud o economía), sino que junto con priorizar la vida de nuestros compatriotas, dimensionemos lo vital que resulta cuidar –a pesar de los obstáculos del presente– el estado de salud de nuestra economía.

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