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lunes, abril 29, 2024

Columna de Carlos Burgos: Adelantándonos a los cambios

[su_dropcap style=»simple» size=»5″]H[/su_dropcap]oy nuestra sociedad está viviendo un proceso de profundos cambios y transformaciones, esta afirmación, que de buenas a primeras pudiera parecer algo sin precedentes en la historia de la humanidad, no es una novedad y se ha repetido de generación en generación, avanzado de manera suave y sutil -casi, inadvertida diría yo- a través de nuestras vidas y de nuestra historia.

Desde que iniciamos nuestro desarrollo como especie, hace más de 7 millones de años, hemos aplicado y seguido distintos y variados modelos que nos han llevado a avanzar en la construcción de nuestra civilización. Al principio el desarrollo se basó en el conocimiento del entorno. Los grupos sociales de aquellos tiempos debieron trabajar muy fuerte en el desarrollo de la sabiduría sobre la tierra, por eso, no era raro observar que el ejemplo a seguir era el del sabio, o del anciano, que acumulaba la mayor cantidad de experiencia colectiva.

Luego vino el desarrollo de civilizaciones en Egipto, Persia, Mesopotamia, América y con esto comenzó el momento de la tierra y de la voluntad del ser, es decir, a partir de aquí el desarrollo es impulsado a través de las conquistas, las guerras, los oficios, el trabajo, el esfuerzo individual y colectivo, el estudio, las organizaciones formales, las empresas y el patrón a seguir ya no eran los ancianos, sino que los adultos.

Este modelo aún está muy presente en nuestra sociedad, y ciertamente va a estar por aquí un buen tiempo más, sin embargo, hoy todos somos testigos -y participes a la vez- de uno de esos momentos en que las cosas cambian. La aparición disruptiva de los jóvenes como actores sociales de los cambios, con nuevos códigos y formas de hacer las cosas, es una realidad en alza, que convive con la manera «antigüa» de hacer las cosas, que a estas alturas inadvertidamente va en disimulada, pero franca declinación.

Por eso hoy día los adultos están sufriendo tanto con los adolecentes, nuestra civilización está vibrando en modo «Joven» con un patrón de comportamiento basado en el «fluir de las cosas», en donde cada vez nos alejamos más de la «estructuración del trabajo».

El emprendimiento social, la responsabilidad social empresarial, las empresas tipo B, los espacios de cowork, startups, trabajo remoto, empleos con sentido y las organizaciones basadas en el uso de las redes sociales, que dicho sea de paso, ya no necesitan de la formalización de sus actividades para generar cambios y que se arman y desarman de manera funcional a sus objetivos, son solo algunos ejemplos de que estamos en una nueva era.

A muchos de los protagonistas de esta nueva forma de avanzar hacia desarrollo se les ha llamado peyorativamente generación Ni-Ni haciendo alusión a jóvenes que ni estudian ni trabajan. Una de las claves para entender esta nueva época y adelantarnos a los cambios estará en reconocer que ahora no se va a trabajar por el solo hecho de que «se tiene que trabajar», sino porque «se siente qué» es importante realizar cierta labor.

No se va a estudiar para «tener un buen currículum», simplemente se va a trabajar con «el saber que se tiene que saber», y eso será lo que se aplicará en la práctica. Deberíamos además tratar de entender que acciones como: hay que revolucionar, hay que hacer, hay que trabajar, hay que estar en un sindicato, hay que transformar la política a través de la política, hay que estudiar para poder ser alguien, etc., cada vez tendrán menos sentido, y que la «no acción» irrumpe como uno de los mecanismo para generar los cambios y avanzar hacia el desarrollo.

No hay que confundir la «no acción» con la apatía, con la pasividad y con él ni-ahísmo, la no acción es otra cosa, se trata de observar los procesos y participar solo en aquellos en los que se sienta la necesidad de intervenir, y para los procesos que no logren generar ese sentido más profundo o épico, la reacción simplemente será sentarse y esperar a que el proceso pase por el lado, y tarde o temprano termine desinflándose por sí solo.

Sí en la era pasada muchos cambios fueron generados por las revoluciones, en la era que estamos viviendo, los cambios serán desarrollados a través de anti revoluciones. Personalmente veo con mucho interés como día a día avanza este proceso de cambios y aunque hoy parezca un poco extraño jugársela por reconocer el aporte de valor que este nuevo paradigma le entrega al desarrollo de nuestra sociedad, soy de los que creen que a la larga serán estos jóvenes, de edad o de espíritu, quienes lograrán verdaderos y profundos cambios en esta nueva era de «adolescencia social».

La primera transición no fue simple, desechamos de manera muy rápida y categórica el modelo de la sabiduría de los ancianos para pasar a desarrollar el modelo del trabajo y de la voluntad del ser de los adultos, sin lograr un equilibrio o un aprendizaje, y fue así como nos desarrollamos sin sabiduría. Espero que ahora seamos más generosos con nuestro propio futuro y que logremos rescatar los aprendizajes de la era anterior y reconocer a la vez, el valor y las oportunidades de cambio que nos ofrece esta nueva era y sus protagonistas.

Carlos Burgos Martínez
Médico Veterinario
Máster en Dirección Estratégica

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