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viernes, abril 26, 2024

Partidos políticos y su jerarquía: ¿Militancia o limitancia?

Por Camilo Gómez
#LaNavajaDeGómez / #NoticiasLosRíos 

Esta semana hemos asistido al escándalo que ha significado para la opinión pública el reportaje realizado a propósito de las inversiones del Partido Socialista de Chile y cómo éste, a pesar de su fuerte impronta antineoliberal, se valía de las mismas herramientas que en el discurso desprecia, para hacerse acreedor de millonarias ganancias en el mercado bursátil y otras tantas objeciones que se presentaron en su contra.

Más allá del hecho de que se cuestione la forma que tiene un partido de generar recursos para financiar su existencia, no queda sino darse cuenta, tras las distintas declaraciones de sus miembros, que muchos de ellos no tenían conocimiento de que la economía del partido fuera tratada de esa manera. Entonces, sabiendo que en la práctica se cuestiona al PS solamente por esta suerte de doble discurso sabiendo que muy probablemente los demás partidos funcionan de manera similar, parece infinitamente más productivo, mirar hacia la base del problema que hacer leña del árbol caído.

Los partidos políticos en nuestro país tienen distintas organizaciones jerárquicas, que muchas veces nos recuerdan las líneas de mando de las milicias –no por nada pertenecer a un partido se le llama militar– y como en ellas existen instancias nucleares, como los comités centrales, o las mesas directivas donde se toman la mayoría de las decisiones. Decisiones que así como el ejército no consulta con los llamados “pelaos” los partidos no meditan junto a sus militantes comunes.

El problema con esto, es que en la guerra política uno adhiere a estos ejércitos en función de una gama de ideales que son los que figuran en la carta de presentación de los partidos, por ejemplo: Los valores conservadores de la UDI, el humanismo cristiano de la DC o los ideales de la defensa del trabajador y los derechos sociales antineoliberales del PS. Ahora bien, en la práctica se confunden estos ideales con los procesos del poder, donde estos ejércitos políticos compiten para imponer mediante los números sus principios políticos, es decir, sumar cargos de elección popular, sabiendo que entre más diputados se tenga, mejores posibilidades de desarrollar este ideario se pueden conseguir.

En el juego del poder, las cúpulas, las camarillas o como uno quiera llamar a estos pequeños grupos de políticos que deciden cómo se administra el partido también negocia y negocian también sus ideales, para poder aumentar su influencia. Estas son las decisiones que no se consultan con las “bases”, que no se preguntan al militante promedio que se ve limitado a tener que dar la cara por decisiones de un partido que muchas veces se desnaturaliza, por eso, en las cifras de refichaje todos los partidos tradicionales perdieron dos tercios de los militantes que decían tener.

En conclusión o más bien, como apertura del camino al debate, es importante abrir la pregunta de cómo se le devuelve el partido a sus militantes, para que no tengan éstos que dar la cara por decisiones políticas tan distintas a los principios de sus conglomerados y puedan sin duda poner un alto a las malas prácticas que sólo desprestigian la política, sabiendo que necesitamos la política si queremos construir un país de verdad.

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