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“Romper el pacto” y las políticas públicas comunales con perspectiva de género

La equidad de género resulta un tópico frecuente en las discusiones actuales en política y en la administración en general. Sin embargo, para que esto deje de ser un cliché de campaña es necesario que esa visión se traduzca en medidas concretas, o a lo menos, en lineamientos específicos de los problemas que se deben abordar.

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Por Camilo Gómez
Abogado | Candidato a concejal por La Unión

En el último tiempo la campaña “rompe el pacto” se hizo viral y una buena forma de responder a la pregunta de “qué pueden hacer los hombres” en el contexto de la lucha por la equidad de género y partir de algo que podría parecer elemental, pero que resulta increíblemente significativo si queremos tratar el tema con seriedad. Esto es, abandonar las prácticas propias del pacto patriarcal y reconocer que existen privilegios y abusos que deben ser superados.

Podríamos poner por ejemplo, el encubrimiento de los hechos de acoso sexual o violencia sexual que se viven diariamente y desde lo público, el acoso sexual laboral, las definiciones de concursos públicos o la elección de los profesionales en función de su género, presiones sexuales “si quieres el puesto, tienes que hacer esto…”. Cuestiones que muchas veces son encubiertas por las jefaturas o las autoridades, evitando “hablar del tema” y, por consiguiente, que se realicen efectivamente las investigaciones o sumarios que son la base para que la comunidad comience a asumir que no habrá impunidad, reduciendo la cantidad de casos por parte de los agresores y generando la confianza en las víctimas que al denunciar, su denuncia será tomada en serio.

La elaboración de políticas públicas comunales resulta esencial y en ello el rol de la participación ciudadana es clave. Se necesita conectar con las actoras locales y sus organizaciones vinculadas a la materia, escuchar sus demandas y generar soluciones colaborativas para abordar de manera eficaz las brechas que tenemos hoy. Así, en la construcción de nuestra línea programática, conocimos con nuestro equipo, a través de relatos de mujeres y organizaciones lideradas por mujeres,  la necesidad de crear una ordenanza de acoso callejero; establecer herramientas para la educación sexual integral en todas las edades; identificar e implementar criterios de paridad en los cargos de confianza, dirigenciales y concursos públicos; construir espacios para el fortalecimiento de las organizaciones sociales lideradas por mujeres y con enfoque en la protección de sus derechos o el desarrollo de sus talentos; acompañar a las emprendedoras, sabiendo que invertir en el trabajo femenino, es la mejor forma de luchar contra la pobreza de nuestra comunidad, pues la mayoría de los hogares monoparentales son sustentados por madres, abuelas o cuidadoras.

Luego, la prevención de la violencia contra la mujer en todas sus formas, y cuando esta se produce, determinar caminos eficaces para la protección, la reparación y evitar que las víctimas sean nuevamente arrastradas a los ciclos de la violencia, entendiendo aquello como una responsabilidad colectiva, que incide en todos los aspectos de la comunidad.

Ciertamente, lo señalado es solo un comienzo, pero empezar es importante, prestando atención a las demandas, reconociendo nuestras limitaciones personales e institucionales, pero a través de ellas, disponer un trabajo serio en función de avanzar en equidad de género y probablemente para ello resulta valioso examinarnos a nosotros y nuestra comunidad, romper el pacto y avanzar Construyendo Juntos.

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