Por Ramón Rubio Donoso
Rector CFT Estatal de Los Ríos
La educación Técnico-Profesional (T.P) en Chile está constituida por la Enseñanza Media Técnico profesional (EMTP) y la educación Superior Técnico Profesional (ESTP), la primera constituida por Liceos Técnicos y la segunda constituida por Centros de Formación Técnica (CFT) e Institutos Profesionales (IP). En la actualidad 4 de cada 10 estudiantes de 3° y 4° medio o de Educación Superior, eligieron una carrea T.P. , lo cual aún resulta bajo si nos comparamos con el promedio OECD y más aún si tomamos de referencia países como Singapur, Holanda o Finlandia que superan el 60%.
La justificación que encontramos en la literatura y en estudios respecto del valor de la Educación T.P., es muy robusta y se concentra en elementos como “productividad y empleabilidad”, “Itinerarios formativos dinámicos”, “Certificación de competencias laborales”, “Vinculación educación-empresa”, entre otros. Elementos que posicionan la Educación T.P. como sistema educativo fundamental en el desarrollo de cualquier economía y actualmente muy necesario para nuestro país, el cual requerirá mayores niveles de productividad y menores niveles de desigualdad, aporte que la educación T.P. genera, al otorgar mayores oportunidades a los segmentos más vulnerables de la población dotándolos de competencias valoradas en el mundo del trabajo.
Reconociendo los significativos avances que se han alcanzado en los últimos años, aún existen desafíos que son necesarios abordar con prontitud. Es clave fortalecer los sistemas de financiamiento, la articulación y el perfeccionamiento docente como elementos fundamentales, teniendo como base que un año de formación técnica tiene un costo mayor a otros sistemas de formación y que sólo podremos dar saltos de calidad si logramos entender que la educación Técnica es una opción distinta, pero igualmente importante que la formación general o Universitaria.












