Dr. Franco Lotito C.
Conferencista, escritor e investigador (PUC)
Ha sido comprobado, una y otra vez, que las actividades de carácter lúdico, donde prima una cuota de humor y risas, colaboran en el proceso de visualizar desde una perspectiva diferente aquellos problemas y situaciones que generan en las personas un cierto grado de estrés, tensión, ansiedad, etc., ya sea que se trate de estudiantes, trabajadores o de gente profesional: los efectos del uso del humor son iguales para todos, a saber, que relajan el ambiente y logran que las personas –indistinto de su edad, sexo o condición social– adopten una actitud más receptiva y atenta ante, por ejemplo, una condición de aprendizaje.
Es lo que destaca el profesor emérito de la Universidad Johns Hopkins (EE.UU.) Ron Berk en su libro “El humor como desfibrilador de la educación”, al señalar que cuando se entra a una sala de clases lo que debe buscar el profesor(a), es cambiar la atmósfera que prima en el aula y que los estudiantes se entretengan y se entusiasmen con la materia que quiere enseñar, aun cuando se trate de un tema árido o complejo. Para lograr lo anterior, el Dr. Berk hace una serie de propuestas para lograr los objetivos de aprendizaje. Revisemos, entonces, algunas de estas propuestas:
1. Generar un ambiente grato: diversas investigaciones han demostrado que, sanamente dosificado, el humor relaja tensiones, estimula el aprendizaje al interior de la sala de clases al generar un ambiente agradable, al reducir la ansiedad, mejorar la comunicación, facilitar la participación abierta y la motivación de los estudiantes para, posteriormente, seguir profundizando en sus hogares la materia vista en clases.
2. Estimular una actitud activa: el uso del humor es inventivo, nos hace pensar y recordar, al mismo tiempo que despierta nuestra curiosidad e inteligencia, estimulando las respuestas de parte de los oyentes, reacción que saca a los estudiantes de una actitud pasiva para convertirla en una actitud de carácter activa.
3. Producir una conexión emocional: la introducción del humor y elementos lúdicos o graciosos se relacionan más con lo emocional que con lo racional. Las personas se conectan más fácilmente con estos elementos porque ellas recuerdan con mayor fuerza las situaciones divertidas. Y a diferencia de lo que sucede con los eventos negativos –que también se recuerdan– el cerebro los trata de eliminar del sistema, en tanto que aquello que es positivo o gracioso, nuestro cerebro buscará mantenerlo presente. En definitiva: si algo le causó gracia a una persona, ella lo recordará mucho más fácilmente.
El Dr. Berk nos advierte en sus escritos, eso sí, que si bien el uso del humor y la risa son necesarios para estimular las distintas formas de aprendizaje y, paralelamente, potenciar las inteligencias múltiples de cada estudiante, es preciso ser cautos al utilizar el humor, preocupándose de que éste sea un “complemento de la materia a enseñar y que no se convierta en un distractor”.
Por otra parte, los especialistas en el tema del humor lo definen como una forma de interacción social que permite reconocer un hecho y verlo desde una perspectiva distinta, lo que entrega una mirada mucho más amplia y de mejor recordación.
En la sala de clases, en tanto, el humor crea, por momentos, una relación de respetuosa horizontalidad entre el profesor y los estudiantes, condición que facilita el aprendizaje de los estudiantes.

















