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Trastorno obsesivo-compulsivo: el trastorno de la duda permanente

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Por Dr. Franco Lotito C. 
Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)

Muchos expertos en el tema estiman que la “duda extrema” representa uno de los elementos esenciales que permite configurar la condición clínica llamada “Trastorno Obsesivo Compulsivo” (TOC). En este trastorno psicológico hacen su aparición una serie de síntomas que ponen de manifiesto un estado en el cual la duda recurrente e incontrolable está siempre presente.

El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) se caracteriza por la invasión en la mente de las personas de diversos pensamientos de tipo irracional que las obligan a realizar una serie de comportamientos extraños. En este sentido, estamos frente a un trastorno mental en el cual, los individuos tienen: (a) pensamientos, ideas, sentimientos, sensaciones que son de “carácter obsesivo” y (b) comportamientos repetitivos e indeseables que impulsan a las personas a hacer algo una y otra vez, y que son de “carácter compulsivo”.

Los síntomas que experimentan las personas afectadas por un TOC pueden manifestarse de manera gradual y/o progresiva, y variar a lo largo de los años. De acuerdo con el Manual Diagnóstico y Estadísticos de los Trastornos Mentales (DSM-V), otra de las características del TOC es una preocupación constante “por el orden, el perfeccionismo y el control mental e interpersonal, a expensas de la flexibilidad, la espontaneidad y la eficiencia”. Este patrón de conducta comienza al principio de la edad adulta, dándose en diversos contextos.

Algunos de los síntomas más frecuentes son los siguientes:

1. Presencia de perfeccionismo y preocupación excesiva por los detalles, la exactitud, las normas, las listas, el orden, la organización o los horarios, hasta el punto de correr el riesgo de perder de vista el objetivo principal: hacer lo que hay que hacer.

2. Excesiva terquedad e inflexibilidad que interfieren en la finalización de las tareas que hay que llevar a cabo, a raíz de que el trabajo realizado no cumple con las exigencias y estándares.

3. Incapacidad para tirar los objetos inútiles o que ya están muy gastados, incluso cuando no tienen ni siquiera valor sentimental, condición que lleva al sujeto a acumular y coleccionar una diversidad de objetos sin valor alguno, bajo el principio de que “nunca se sabe cuándo va a necesitar uno alguna cosa”, cayendo, en ocasiones, en el síndrome de Diógenes o del “acumulador compulsivo”.

4. Miedo recurrente a la contaminación a causa de microbios, polvo, suciedad, líquidos orgánicos, enfermedades, etc., temor que obliga a la persona a bañarse o a lavarse las manos constantemente (hasta el punto de dañar la piel), limpiar y desinfectar artículos u objetos de manera excesiva.

5. Realización reiterada de “acciones de prevención”: por la duda constante de que se produzca algún daño o accidente, lo que obliga al sujeto a verificar una y otra vez que la llave del gas haya sido cerrada, que la puerta esté con llave al salir de la casa, etc., un temor e inseguridad que puede hacer regresar a la persona varias veces a su casa a verificar si cerró bien.

6. Necesidad de repetir rutinas: tal como por ejemplo, seguir el mismo camino para dirigirse al trabajo, atravesar la calle exactamente en el mismo lugar todos los días, no pisar las líneas que separan las veredas, tocar la mesa un cierto número de veces antes de sentarse, repetir varias veces algunas palabras, contar el número de escalones al subir una escalera, etc. El hecho de no llevar a cabo los rituales obsesivos puede provocar en el sujeto un alto nivel de ansiedad y sufrimiento.

Aun cuando los genes parecen jugar un importante rol en la aparición del trastorno, también se ha detectado que antecedentes de abuso físico o sexual parecen incrementar el riesgo de padecer de TOC. Las personas afectadas por un trastorno de personalidad con estas características necesitan de ayuda experta, por cuanto, resulta casi imposible que puedan curarse solos, representando a una enfermedad, cuyos síntomas pueden permanecer durante años e incluso, por toda la vida.

Si bien, existe la posibilidad que el tratamiento del trastorno obsesivo-compulsivo no resulte en una cura completa, sí puede ayudar a que la persona pueda controlar los síntomas, de modo tal, que éstos no dominen y/o controlen la vida del sujeto. Dependiendo de la gravedad del TOC, el paciente puede necesitar un tratamiento de largo plazo, continuo o de carácter más intensivo.

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