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¿Cuáles son las frases que anteceden a una mentira?

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Por Dr. Franco Lotito C. 
Conferencista, escritor e investigador (PUC)

Si usted ha escuchado algunas de las siguientes frases: “Con todo respeto, pero…”, “Odio tener que decirte esto, pero…”, “No quiero herir tus sentimientos, pero…” significa que el sujeto está pensando, justamente, en todo lo contrario.

Ahora bien, ya sea con la finalidad de no ser tan desagradable, o bien, para efectos de mitigar el impacto que pudiera tener una declaración que podría considerarse como “demasiado cruda” u “ofensiva”, las personas suelen anteponer ciertas palabras o frases, tales como las señaladas más arriba. Frases que, en realidad, tienen la intención de decir exactamente lo contrario de la frase con la que se ha iniciado la conversación. Es lo que asegura la experta lexicógrafa norteamericana Erin McKean.

El uso de ciertas palabras que anteceden a una mentira en una conversación, es algo que sucede a menudo con algunas personas, quienes utilizan este tipo de fórmulas como una forma de asegurarse “una reacción menos violenta y agresiva” por parte del afectado.

Es altamente probable, que todos hayamos tenido la experiencia de escuchar cierto tipo de frases que buscan preparar el terreno, con la finalidad de que uno “no se lo tome a mal” y comprenda, que aquello que están a punto de decirnos, es “sin ánimo de ofender”, e incluso –en el colmo de la hipocresía–, aquello que nos quieren decir es por “nuestro bien”, dada nuestra incapacidad mental para entender las cosas.

Un extenso análisis lexicográfico realizado por Erin McKean revela cuáles son las principales frases que preceden, habitualmente, a una mentira, o bien, que son utilizadas como una suerte de “anestesia local” para lanzar la supuesta verdad con la cual el sujeto nos quiere –diplomáticamente– abofetear.

Son frases que podrían asimilarse a una especie de muro invisible que se levanta entre dos individuos a fin de minimizar o mitigar la reacción del interlocutor, dado que el sujeto está a escasos segundos de decir algo que, a todas luces, será negativo, agresivo u ofensivo, y que no será en absoluto del gusto de quien la escucha.

Según Erin McKean, una de las expresiones más evidentes que buscan ese efecto, es partir la conversación con la frase: “Con todo respeto…”, ya que esta afirmación, lo que hace es encubrir el hecho de que no estamos para nada de acuerdo con nuestro interlocutor, lo que –en la gran mayoría de los casos– implicaría que, en definitiva, no se tiene un gran respeto por el otro.

Con este tipo de diálogo, se podría deducir que nos estamos enfrentando a una mentira o a un falso –e hipócrita– sentimiento expresado por el otro, especialmente, cuando la frase que viene a continuación, niega lo que el sujeto ha dicho en forma previa.

Un ejemplo habitual es el siguiente: una pareja está discutiendo y uno de ellos le dice al otro: “Mira, no quiero herir tus sentimientos, pero me desagrada mucho…”. En sentido estricto, la frase revela la presencia de rabia, molestia y un conflicto al interior del sujeto, en función de lo cual, es altamente probable, que el “no herir los sentimientos” de la pareja sea, en realidad, la última de las preocupaciones de la persona que está criticando, y que su objetivo sea, en realidad, herir a la pareja.

Exactamente lo mismo ocurre con frases tales como: “No soy clasista, pero…”, “Odio decírtelo, pero…”, “No quiero ser racista, pero…”. Detrás de todas estas frases existe una dificultad para hablar en forma franca y honesta, ya que de alguna manera, lo que se intenta, es encubrir lo que está por decir la persona, buscando la forma de dorar la píldora antes de obligar al otro individuo a tener que tragársela. Prestar atención a estas frases resulta ser más importante de lo que muchas personas creen, por cuanto, ellas revelan mucho acerca de la personalidad del sujeto con el que estamos interactuando.

De modo tal, que si en una conversación alguien dice: “Mira, no se trata de un problema de dinero…”, lo más seguro es que sí sea un problema de dinero. Lo mismo sucede con frases como: “No es que me importe demasiado…”, ya que a la persona que comenzó su discurso con esa frase sí le importa –y mucho– lo que está a punto de decir.

En este sentido, si advierte que una persona recurre a menudo a este tipo de “frases muro”, entonces se puede concluir que: (a) Le cuesta mucho decir las cosas, (b) no le es fácil ser un sujeto de habla directa, (c) la honestidad y la franqueza no son sus principales fortalezas o virtudes, o que, simplemente (d) se trata de un sujeto cínico e hipócrita.

Otro tipo de frases que pueden considerarse como frases con cariz de mentirosas, son, por ejemplo: “No te vayas a ofender, pero…”, “No te lo tomes a mal” o “No es nada personal, pero…”, etc., por cuanto, alguien está a punto de decir algo muy ofensivo, a raíz de lo cual, se está resguardando ante la posible reacción de quien recibe la ofensa.

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