Por Roberto Guarda Asenjo
Secretario APR Champel
Durante el fin de semana del Día del Patrimonio, cientos de actividades se realizarán a nivel nacional y local. Museos, edificios históricos, iglesias centenarias y rutas culturales se llenarán de visitantes y cámaras. Sin embargo, en medio de tanta luz, a veces olvidamos que también existen otros patrimonios: más silenciosos, más modestos, pero igual de valiosos. Esos que no se ven, pero que sostienen la vida de comunidades enteras. Esos que están al lado de nosotros, pero que muchas veces no miramos.
Champel es un territorio que ha vivido por décadas en un limbo administrativo entre las comunas de Río Bueno y La Unión. Durante años fue invisibilizado por el Estado, hasta que, en la última década, sus dirigentes comenzaron a abrirse paso en el quehacer comunal. Hoy, quiero dedicar estas líneas a reconocer a esos patrimonios que no aparecen en catálogos ni se pueden recorrer con visitas guiadas, pero que son esenciales para entender lo que somos y cómo sobrevivimos.
El Pozo del APR de Champel
Desde hace casi 30 años, el pozo del APR abastece silenciosamente de agua a nuestra comunidad. Extraída desde las entrañas de la tierra, esa agua ha hecho posible que habitemos un territorio sin fuentes superficiales. Hoy, este pozo enfrenta amenazas graves: la sobrepoblación, las fosas sépticas mal diseñadas y la indiferencia de quienes pasan a diario sin notar que están al lado de un tesoro vital.
El Estero Molgue
El estero Molgue fue alguna vez la columna vertebral de Champel. Hoy agoniza, víctima de una enfermedad llamada indiferencia. A pesar de ser un corredor biológico, muchos lo han convertido en basurero, lo han cercado para quedarse con su escasa agua, o simplemente lo han ignorado. El Molgue grita por una oportunidad. Y duele verlo morir tan solo.
Luis Chávez Quezada
Don Luis es un patrimonio vivo. Educó a generaciones de champelinos y fue uno de los fundadores del APR. Cuando nadie más estaba, él se hizo cargo. Su compromiso silencioso merece ser reconocido. Cuántos de nosotros somos quienes somos gracias a él.
Florencio Alarcón Toledo (QEPD)
Don Florencio llegó a Champel con la Reforma Agraria y vivió con humildad, generosidad y palabra firme. Durante la gran sequía de 1995, cuando todos los pozos se secaron, él donó el terreno donde se construyó el primer pozo profundo. Gracias a su gesto, Champel volvió a tener esperanza.
Marta Santibáñez y Carlos Beroíza
Con más de 25 años en la comunidad, este matrimonio ha sido ejemplo de generosidad silenciosa. En 2023, donaron el terreno para un nuevo pozo, pensando en las futuras generaciones. Cuando alguien pone el bien común por sobre su interés personal, merece todos los reconocimientos.
Juan Cárdenas Oporto
Don Juanito es campesino de manos curtidas y corazón dulce. Siempre dispuesto, siempre primero en levantar la mano. En 2021 donó parte de su terreno para un pozo que, aunque no tuvo el resultado esperado, refleja la grandeza de su gesto. Él es uno de esos patrimonios humanos que engrandecen a Champel.
En estos días de celebración patrimonial, también miremos hacia lo pequeño, hacia lo humano, hacia lo invisible. Porque hay patrimonios que no están hechos de piedra, sino de memoria, compromiso y comunidad.