En plena ruta de acceso a Puerto Nuevo, un local de repuestos se ha transformado en pieza clave del engranaje económico y turístico de la localidad. Se trata de Repuestos y Accesorios Puerto Nuevo, un emprendimiento que nació como extensión natural de un taller mecánico, pero que hoy cumple un rol mucho más amplio en la vida cotidiana de la comunidad.
“Yo con el dueño de la empresa, José, nos conocemos hace harto tiempo acá en Puerto Nuevo. Él tiene un taller mecánico y algún día habíamos hablado de hacer algo, vender repuestos y todo ese tipo de cosas. Es un complemento directo del taller”, explica Roberto Meriches, encargado del local y dirigente social del sector. De los viajes constantes a Osorno, Puerto Montt y Temuco para abastecer el taller surgió la idea de emprender. “Dijimos: ‘José, estamos puro creciendo, hagamos algo’, y yo le dije: ‘Ya, yo me hago cargo’. Todo lo que se ve aquí en el local lo hice con mis propias manos”, agrega.

El resultado es un pequeño comercio que, aunque modesto en tamaño, se ha vuelto estratégico para residentes y turistas. “Aquí pueden encontrar desde un tarro de aceite, filtros, fusibles, de todo. Por algo se llama Repuestos y Accesorios Puerto Nuevo”, cuenta Roberto. Y si algo falta, hay solución: “Si no lo tengo acá, lo encargamos. Si la empresa donde compramos los repuestos lo tiene, pedimos el 50% y el otro 50% se paga cuando llegue. Casi el 80% de lo que nos piden lo tienen nuestras proveedoras”.
La oferta no se limita a vehículos. En las estanterías conviven repuestos para motos, aceites especiales, ampolletas y hasta cargadores de celular, pensados especialmente en quienes llegan de paso o de vacaciones. “Repuestos y Accesorios Puerto Nuevo es un local chiquitito, pero tiene muchas cosas, buenas ofertas y tratamos de hacerle fácil la vida a todos”, resume. A esto se suma una preocupación particular por el entorno: “La mayoría de nuestros aceites ayudan al medio ambiente. Eso nos deja tranquilos, porque estamos vendiendo algo bastante bueno”.
Para sus vecinos, el impacto ha sido inmediato. “Este local ha sido un alivio para mucha gente que ya no tiene que ir tan lejos a gastar plata innecesaria en fletes y todo eso”, sostiene Meriches. El negocio se inserta en una red familiar de emprendimientos que incluye una ferretería administrada por su cuñado y su hermana —con presencia en Puerto Nuevo y Caunahue— y la venta de leña por parte de sus padres. “Somos una familia comercial y tratamos de tirar a Puerto Nuevo un poquito para arriba”, afirma.
Ese tejido comercial, que suma también minimarkets, panaderías y otros pequeños negocios, ha permitido que la comunidad dependa cada vez menos de Futrono, Lago Ranco o La Unión para resolver necesidades básicas. Sin embargo, Roberto identifica dos brechas urgentes: “Puerto Nuevo ya se está fortaleciendo con su comercio, pero todavía nos falta una farmacia y sería un sueño tener una bomba de bencina”.
La falta de combustible en el sector obliga a viajar largas distancias. “Tenemos lugares tan largos: Futrono, Lago Ranco, La Unión, Paillaco. Esos son los lugares donde te puedes abastecer con bencina y petróleo. Puerto Nuevo sería un lugar bastante bonito y estratégico para eso. Ojalá haya empresarios que puedan ver la posibilidad de colocar una bomba de bencina acá”, plantea. Y agrega un diagnóstico claro: “En Puerto Nuevo el vehículo es una necesidad. Tienes que viajar para muchos lados porque la locomoción no es estándar tampoco”.
Las brechas no se limitan al comercio. En materia de servicios básicos, la realidad es desigual. “La mayoría de las personas acá en Puerto Nuevo se abastece de agua por el APR. Algunas poblaciones tienen su propio pozo, pero aún hay mucha gente sin agua, y eso es un problema grave”, advierte. La situación golpea especialmente a grupos más vulnerables: “Hay personas de la tercera edad y mamitas con guagüitas que todavía no tienen agua. Eso es un problema grave para nuestro sector”. En contraste, se valora el reciente avance en salud primaria: “Ahora se logró un tercer turno en la posta, que era algo que estábamos pidiendo bastante. Eso también le sirve a la gente que viene como turista, porque va a tener una posta con urgencia”.

Cuando se habla de turismo, el relato de Roberto mezcla orgullo y preocupación. Puerto Nuevo es, ante todo, un balneario. “La playa de Puerto Nuevo es, para mí, una de las más lindas de la cuenca del Lago Ranco”, afirma sin dudar. La presencia de sombras naturales, el acceso directo al lago y la cercanía con otros destinos de la cuenca lo convierten en un lugar muy atractivo. Pero el desarrollo turístico, dice, aún no está a la altura del potencial.
“A Puerto Nuevo todavía le falta bastante en términos turísticos. Falta preocupación netamente de la municipalidad para impulsar más el turismo”, señala. Y pone como ejemplo el contraste con una comuna vecina: “Me da envidia sana Lago Ranco. Para mí Lago Ranco es ejemplar a nivel nacional. Tú llegas a Lago Ranco e incluso desde el cruce ya cambia muchísimo. Ha habido una muy buena gestión allá”.
Para él, parte de la solución está en la imagen urbana y la señalización. Elementos simples podrían marcar la diferencia en la experiencia del visitante. “Falta que nos miren como lo que somos: un balneario turístico. Sería espectacular ver un letrero que diga ‘Bienvenido a Puerto Nuevo, lugar turístico de la cuenca del Lago Ranco’”, propone. También reclama más presencia institucional en el territorio: “Falta que se acerquen más y vengan a ver directamente cómo está Puerto Nuevo: el pasto largo, las calles, las veredas. Eso ve el turista cuando llega”.
La economía local depende fuertemente del flujo de visitantes, especialmente en verano. “Si no hubiera verano, Puerto Nuevo no existe. El verano es el que nos lleva, porque somos un sector turístico que atrae a la gente por nuestras playas y nuestros bosques”, reconoce Meriches. Durante esa temporada, las ferias navideñas y costumbristas permiten que vecinas y vecinos vendan empanadas, mermeladas y una variedad de productos del campo. “Aquí la gente que tiene su emprendimiento en el verano tiene que hacer las lucas para el invierno. En eso somos todos iguales”, explica. En cambio, el invierno se hace largo y complejo, y obliga a “no dejarse caer” y buscar alternativas para sostener los ingresos.
La organización comunitaria es otro eje que atraviesa su relato. En su rol de secretario de la junta de vecinos, Roberto utiliza el propio local como punto de atención para trámites y consultas. “Toda la gente que quiera venir a buscar su papel de residencia o hacer alguna cosa, aquí voy a estar para atenderla en el horario que di hace poquito”, comenta. Desde ese lugar, también observa cómo se construye o se frena el desarrollo local. “Si fuéramos más unidos, pasarían muchas cosas grandes, pero Puerto Nuevo está cambiando y está cambiando para bien”, opina. Y sueña en grande: “¿Por qué no? Más adelante, ver a Puerto Nuevo como comuna de Puerto Nuevo. Sería precioso”.
En lo personal, el camino de Roberto hacia este emprendimiento también está marcado por la resiliencia. Tras un accidente laboral que le dejó una discapacidad en la rodilla, trabajó tres años como conductor de aplicaciones. “Conocí a mucha gente. Dije: ‘A mí me conocen, se necesita esto’ y cuando José me dijo ‘hagamos esto’, lo hicimos”, recuerda. Hoy, resume su motivación en una frase sencilla: “Me gusta vender, pero más que nada me gusta atender a la gente”.
Desde la vitrina de Repuestos y Accesorios Puerto Nuevo, Roberto mira el futuro con esperanza. Entre cajas de aceite, filtros y cargadores, ve algo más que productos: ve una forma concreta de hacer que el turismo tenga sentido para la comunidad. “En Puerto Nuevo se quiere a la persona que viene a vacacionar. La ciudadanía es bonita y cariñosa, especialmente nuestros adultos mayores”, afirma. Y mientras invita a vecinos y turistas a acercarse —“este local chiquitito tiene muchas cosas”— insiste en que el progreso del sector debe ser compartido: más servicios, más unión y más reconocimiento para un balneario que, poco a poco, se abre camino en la cuenca del lago Ranco.
















