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La ansiedad y su relación con el sobrepeso y la obesidad

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Por Dr. Franco Lotito C.
Conferencista, escritor e investigador (PUC)

Algunos datos a tener en cuenta: de acuerdo con información de la OMS, hay más de 2.500 millones de adultos (18 años o más) con sobrepeso, de las cuales, 890 millones son obesas. Asimismo, hay 390 millones de niños y adolescentes de 5 a 18 años con sobrepeso, de los cuales, 190 millones son obesos.

¿Consecuencias de lo anterior? Alrededor de 4 millones de personas mueren cada año a causa del sobrepeso y obesidad.

Ahora bien, en un reciente estudio de Dimek y Zielinska publicado en agosto de 2025 se señala que cada vez existe “más evidencia científica de una importante relación entre el Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) y la obesidad”. En rigor, el TAG y la obesidad se influyen mutuamente, dando lugar a una “relación de refuerzo mutuo”.

¿Qué significa lo anterior? Muy simple: que la ansiedad, la obesidad y el sobrepeso estarían interconectados, y cada uno puede influir o contribuir en el otro eslabón de la cadena por intermedio de una relación compleja. Las investigaciones demuestran que la obesidad puede aumentar el riesgo de desarrollar trastornos de ansiedad, mientras que la ansiedad se convierte en un factor de riesgo para la obesidad a través de mecanismos como la “alimentación de carácter emocional” y la falta o interrupción del sueño.

En síntesis: los datos disponibles apuntan a que estaríamos frente a lo que podría llamarse un “proceso de retroalimentación mutua”, donde la ansiedad y el estrés desencadenan comportamientos que conducen al aumento de peso debido a la ingesta de alimentos en exceso por motivos emocionales, a menudo caracterizados por verdaderos atracones. La ansiedad puede, a su vez, interrumpir el sueño, y se sabe que la mala calidad del sueño se relacionaría con el aumento de peso debido a la fatiga, a la reducción de la actividad física y el aumento de los antojos por comida.

Por otra parte, la presión social que se ejerce sobre la gente obesa o con sobrepeso, puede, a su vez, provocar más ansiedad sobre las personas afectadas, generando un círculo vicioso que resulta difícil de romper.

Ahora bien, la condición de tener sobrepeso u obesidad puede explicarse a través de múltiples factores, tales como:

1. Factores genéticos: la presencia de ciertos genes pueden predisponer a un individuo a subir de peso.

2. Factores psicológicos: tales como la presencia de estrés crónico, depresión y ansiedad.

3. Sufrir trastornos de alimentación: debido a abusos sexuales o por abandono parental.

4 Trastornos metabólicos: cambios hormonales durante el embarazo y la menopausia pueden afectar el peso.

5: Factores médicos: enfermedades –como el hipotiroidismo– pueden contribuir al sobrepeso, así como también el uso de algunos medicamentos como antidepresivos, anticonceptivos o esteroides.

6. Entornos “obesogénicos”, es decir, que hay gran facilidad para acceder a alimentos altamente calóricos, al mismo tiempo que una falta de actividad física.

No obstante lo anterior, existe un factor que es desconocido y poco visible, y que influye en que los registros de sobrepeso aumenten, especialmente, en los niños, a saber, que la “ansiedad y la sobreprotección de algunas madres en relación con sus hijos, pueden ser, asimismo, generadoras de sobrepeso”.

Tanto la obesidad infantil, como la obesidad en adolescentes y adultos representan, hoy en día, un grave problema de Salud Pública que sólo puede ser combatido restringiendo el consumo de calorías, gestionando las emociones y aumentando el nivel de actividad física, considerados los tres grandes pilares probadamente efectivos en la lucha contra el sobrepeso y la obesidad.

En el caso específico de la obesidad infantil, un estudio conducido por la psicóloga Andrea Tognarelli en conjunto con la Facultad de Medicina de la Universidad Católica –que luego fue publicado en un libro titulado “Apego y obesidad infantil”–, estableció que las “madres más ansiosas en su vínculo con los hijos y que tenían conductas contradictorias” –tal como, por ejemplo, ser poco cariñosas, pero muy preocupadas por su alimentación– hacían que “sus hijos desarrollaran incapacidad para advertir cuándo tenían hambre y, en el otro extremo, cuándo estaban satisfechos”.

Estas madres que necesitaban tener el control sobre sus hijos, se angustiaban por su alimentación y se centraban en la comida como si ésta fuera la única necesidad de sus hijos, insistiendo en que los niños debían comer, aun cuando no quisieran. Al revés: si se sobrealimentaban, no ponían límite alguno a la sobre ingesta.

Por otra parte, ellas no respondían a las demandas del niño en otras áreas o ámbitos: si el hijo se caía, la madre se enojaba y retaba al niño, o bien, lo dejaba abandonado llorando solo. Estas mamás tendían a bloquearse ante los problemas de sus hijos(as), bloqueo que alcanzaba su máxima expresión en relación con el “estado nutricional del hijo(a)”, ya que el “99% de estas mamás señalaba como causas del sobrepeso a factores médicos o algún tipo de trastorno biológico”, que, por cierto, no correspondían a la realidad detectada por los expertos en el tema. En rigor, estas madres se resistían a aceptar que su forma de percibir e interpretar ciertas situaciones estaba totalmente equivocada.

Ahora bien, en relación con el “factor obesogénico”, es preciso tener en cuenta que las personas afectadas tienen acceso a una abundancia de alimentos poco saludables, así como a una gran variedad de bebidas azucaradas, a menudo de bajo costo. A lo anterior se suma el consumo excesivo de comida chatarra, lo cual, influye directamente en el aumento de peso.

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