Por Ramón Rubio Donoso
Rector del CFT de Los Ríos
presidente de CFTECH
En un país marcado por profundas desigualdades territoriales, la educación técnica estatal emerge como una herramienta crucial para el progreso de las regiones históricamente olvidadas. Esta modalidad educativa ha ido adquiriendo un rol protagónico en el debate sobre la equidad y el desarrollo social.
Hoy, con más de 18 mil estudiantes, los Centros de Formación Técnica Estatales (CFTE’s) se han consolidado como una alternativa real de formación técnica en 37 de las comunas más necesitadas del país. Su impacto es especialmente relevante, ya que el perfil de ingreso de sus estudiantes supera los 30 años, demostrando que brindan una segunda oportunidad a quienes más lo necesitan.
Las comunidades alejadas de las grandes urbes suelen enfrentar un acceso limitado a oportunidades educativas. No obstante, los CFTE’s se han establecido precisamente en estos territorios, ofreciendo programas diseñados para responder a las necesidades de la economía local. En el 62,2% de estas comunas, las CFTE’s son la única opción de educación superior. Gracias a esto, el 65% de sus estudiantes puede cursar una carrera en su propia comuna, una cifra que duplica el promedio nacional.
Al permitir que más personas accedan a una educación de calidad, se contribuye directamente a una sociedad más equitativa. Esto no solo beneficia a los individuos, sino que fortalece el tejido social y dinamiza las economías locales. Las habilidades adquiridas por los estudiantes se convierten en capital humano que, a su vez, atrae inversiones y fomenta la creación de nuevas empresas. De este modo, las comunidades con un ecosistema educativo sólido pueden transformarse en centros de innovación, creando un ciclo virtuoso de desarrollo económico.
La colaboración con los sectores productivos es clave para fortalecer la pertinencia de la oferta formativa. Las alianzas con gremios y empresas locales garantizan que la formación se alinee con las necesidades del mercado, elevando la empleabilidad de los titulados.
Actualmente, tres Centros de Formación Técnica estatales ya operan Observatorios Laborales Regionales, un trabajo de prospección de empleos y necesidades que se realiza con la activa participación de empresas y gremios locales.
El desafío de las políticas públicas
Para que la educación técnica estatal alcance su máximo potencial, es crucial que las políticas públicas la respalden decididamente.
Es urgente establecer un sistema de financiamiento que garantice la sostenibilidad a largo plazo y permita las inversiones necesarias en infraestructura y equipamiento.
Además, se requiere una normativa que otorgue mayor flexibilidad para responder a los crecientes desafíos de servicio y calidad. Es fundamental reducir la burocracia en el relacionamiento con otros organismos del Estado, lo que facilitaría el acceso a líneas de financiamiento y la consecución de objetivos.
En conclusión, la educación técnica estatal en Chile es un pilar fundamental para el desarrollo de las regiones con menos oportunidades. Su capacidad para transformar vidas, reducir el desempleo y fomentar el crecimiento económico es indiscutible. Al fortalecer esta modalidad, empoderamos a jóvenes y trabajadores, y construimos un futuro más justo y próspero para todo el país. Es hora de reconocer su importancia y actuar en consecuencia, garantizando que cada chileno, sin importar su ubicación, tenga acceso a la educación y las oportunidades que merece.