El reconocido constitucionalista sostuvo un diálogo con la candidata a la alcaldía de Valdivia, Carla Amtmann, y el consejero regional, Matías Fernández, en el que repasó el panorama constitucional actual y los efectos de la contingencia del COVID-19 en el proceso.
En la conversación, el destacado académico recalcó la importancia de la participación social para que el proceso cumpla el objetivo de renovar la institucionalidad chilena.
Para Atria, la pandemia ha hecho más latente la necesidad de un cambio constitucional. “Esto está quedando cada vez más claro, no sólo teóricamente, sino más vinculada a la vida y la experiencia de cada persona. En este sentido, fue clarísimo el dictamen de la Dirección del Trabajo, que era una autorización genérica a los empleadores a que se suspendan los contratos”, señaló.
El abogado pronosticó que la próxima Carta Magna será “agnóstica”, dado “que va a tener que callar sobre ciertas cuestiones políticas fundamentales. Por ejemplo, no va a ver dos tercios para mantener la privatización del agua, pero tampoco se podrá estatizar. Entonces, la Nueva Constitución no va a contener una regla sobre las aguas”. No obstante, desde su punto de vista esto no será negativo, ya que fortalecerá la política democrática. “Ahora la política no tiene relevancia, porque no importa qué pase en las elecciones, dado que los temas importantes están amparados por esta Constitución, que será cambiada”, concluyó.
Al ser consultado por Matías Fernández sobre la importancia de la participación ciudadana en el proceso constituyente, Atria sostiene que “si en el plebiscito de octubre vota el 35% de quienes tienen derecho a voto el proceso no será de verdad; va a ser una segunda vuelta de lo que pasó en el 2005 con (Ricardo) Lagos. Pero si vota el 80 o el 90% de los chilenos, el proceso tendrá fuerza social, lo que nos llevará a una Nueva Constitución. Quienes mejor lo han entendido han sido las feministas, por eso exigieron paridad, lo que no llegó porque alguien hizo un muy buen argumento y convenció a todo el mundo, sino por las movilizaciones. Esto nos da la pista para todo lo demás”, afirma.
A su turno, Carla Amtmann le preguntó sobre las lecciones que deja la pandemia sobre la necesidad de cambiar la Constitución. Al respecto, Fernando Atria sostuvo que “el coronavirus ha dejado claro una cosa, que si hubiera existido una Nueva Constitución el costo de la pandemia se hubiera distribuido de manera distinta a como se está haciendo. Porque en una economía capitalista el costo cae naturalmente sobre algunos, como son los trabajadores. Para evitar esto el poder político tiene que redistribuir los costos, pero carecemos de un poder político capaz de enfrentarse al capital. Esto está quedando cada vez más claro, no sólo teóricamente, sino más vinculada a la vida y la experiencia de cada persona. En este sentido, fue clarísimo el dictamen de la Dirección del Trabajo, que era una autorización genérica a los empleadores a que suspendan los contratos. Por eso, cuando pase la pandemia la cuestión constituyente va a resurgir con más fuerza”.
“La función principal de una Carta Magna es desarrollar un poder político eficaz y que sea reconocido por la ciudadanía como su poder”.
Según el abogado constitucionalista, “existían tres amenazas inicialmente. Primero, la paridad de género, que se consiguió. Segundo, la inclusión de los pueblos originarios, que va bien encaminada. Tercero, que el proceso estaría monopolizado por los partidos políticos tradicionales. Para evitar esto se necesita que las fuerzas políticas de cambio se organicen, lleven candidatos y hagan campaña. De esta forma se entiende que los partidos tradicionales se están dando cuenta que hacer una campaña como una organización partidista puede ser suicida, por eso están llevando a personalidades independientes. Por otro lado, se están organizando nuevas fuerzas políticas, como “Fuerza Común” en la que estoy participando”.
“El paradigma de las Constituciones mínimas es el norteamericano que es un texto de unos pocos párrafos. Si Chile dicta un documento de esas características haríamos un ridículo mundial. Las Constituciones responden a épocas y muchas cosas han cambiado desde 1787. La versión “ondera” de la UDI, que es Evopoli, habló de Constitución mínima, para dejar afuera los derechos sociales. Pienso que en muchos aspectos vamos a tener una Constitución agnóstica, que va a tener que callar sobre ciertas cuestiones políticas fundamentales. Por ejemplo, no va a ver dos tercios para mantener la privatización del agua, pero tampoco se podrá estatizar. Entonces, la Nueva Constitución no va a contener una regla sobre las aguas. Pero esto no es una trampa, porque ese tema quedará entregado a la política democrática, que saldrá fortalecida. Por ende, en el nuevo proceso la política si tendrá relevancia, porque ahora no importa que pase en las elecciones, porque los temas importantes están amparados por esta Constitución, que será cambiada”.
















