Por Mauricio Vargas Zapata
Psicólogo, columnista Noticias Los Ríos
Durante las últimas semanas hubo una serie de “ofertazos” que no se volverán a repetir, razón por la cual era de vital importancia aprovechar la oportunidad, ya que sólo se da una vez en la vida, me refiero al Cyber Monday, Black Friday y una serie de eventos de similares características.
En virtud de lo antes señalado, en esta ocasión considero invitar a la siguiente reflexión, ¿qué motiva a tener conductas de consumo impulsivas? o ¿cuál es la razón por la que estas campañas son tan exitosas?
Frente a las interrogantes puede ser que efectivamente los precios eran más baratos, pero frente a eso vuelvo a preguntar lo siguiente: ¿eran productos de primera necesidad o no?; en caso de no serlo ¿por qué se compran?
Entonces: ¿cuál es la razón por la que compramos de manera casi impulsiva productos que no son de primera necesidad o que no generan una mejora significativa en nuestra vida?
Bien, cada una de las preguntas tendrá respuestas en base a las necesidades de cada persona, pero ¿cómo es que construimos nuestra escala de necesidades?, no pretendo hacer ningún juicio valórico ni estar en contra del comercio, entonces: ¿qué hace que como sociedad tengamos conductas impulsivas de compra?
Es posible sentir que comprar nos acerca a la felicidad, pareciera ser que si, al menos momentáneamente, ya que es una acción que ocurre en lo externo, mientras que un estado de felicidad sucede dentro de cada uno de nosotros. Como personas necesitamos a los demás, es decir, cómo nos ven y cómo interactuamos con los otros, estos son elementos trascendentales para desenvolvernos como persona en una comunidad.
Sin embargo en una sociedad de consumo, muchas veces la imagen que proyecto a los demás va a depender de qué compro, cómo me visto, cómo me veo, qué uso y de qué es lo socialmente aceptado, lo que se traducirá en una constante necesidad de actualizar mi “empaque”.
Finalmente se puede deducir que en la sociedad actual debemos consumir o estaremos fuera de ella, pero también sería prudente consumir experiencias que permitan mi crecimiento, y con esto no me refiero a participar en cursos o seminarios, más bien me refiero a compartir con nuestros seres queridos, poder conocerlos y conocerme a mí, consumir el tiempo de buena manera realizando actividades que me hagan sentir felicidad, por difícil que sea. Curiosamente esta sociedad nos facilita el poder comprar artículos electrónicos, pero nos pone trabas para compartir con quienes nos importan, quitándonos el tiempo para ser felices y reemplazándolo por ofertas.