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Urbanismo y emprendimiento: cuando el territorio te da lo necesario para avanzar

Por Enrique Larre
Arquitecto

Cuando hablamos de desarrollo económico, pocas veces miramos la ciudad y cómo se construye. A menudo se confunde con crecimiento económico con desarrollo económico. Este crecimiento es más bien numérico y puede concentrarse en pocos sectores o territorios, sin mejorar necesariamente la calidad de vida. En cambio, el desarrollo económico apunta a las cualidades, la inclusión, la diversidad productiva, la equidad territorial, el acceso a servicios, infraestructura, oportunidades. Toda actividad económica necesita un espacio donde funcionar. Y ese espacio, muchas veces, está mal pensado o simplemente no existe.

La dimensión Ambiente de negocios del ICVU 2024 evalúa justamente eso: si un territorio permite, sostiene y hace crecer actividad económica. Mide el dinamismo comercial, la formalización, el acceso al sistema financiero y si existen condiciones mínimas para emprender. Una vez más, los resultados no buenos: más de la mitad de las comunas evaluadas están en niveles medio bajo o bajo. Y al mirar más allá de las cifras, aparece un patrón claro: cuando no hay infraestructura ni planificación, el desarrollo económico se vuelve frágil y desigual.

Hay comunas con vocación productiva, pero sin zonas para instalar negocios. Otras tienen potencial turístico, pero carecen de rutas señalizadas, equipamiento o comercio organizado. Muchos emprendimientos ofrecen productos valiosos, pero no cuentan con ferias adecuadas, salas de venta o redes que los conecten con el mercado. En muchos casos, la informalidad no es una elección: es la única opción frente a la ausencia de condiciones urbanas mínimas.

Y esto no es solo un problema económico: es también un problema urbano. Emprender es ocupar un espacio físico: abrir un local comercial, una feria o mercado, producir en el campo y vender en la ciudad. Pero si el territorio no está preparado, si faltan servicios, conectividad o incentivos claros, entonces todo intento de desarrollo tiene techo.

Desde el urbanismo, esto nos plantea un desafío urgente: ¿Cómo diseñamos nuestras ciudades para que no solo sean un dormitorio, sino también oportunidades económicas para las familias? No necesitamos ciudades que solo se planifiquen para llegar a dormir, sino también para producir y vender, y al mismo tiempo desarrollarse como personas. Que tengan suelo bien ubicado para zonas de usos mixtos, zonas o ejes comerciales integrados a la vida urbana, espacios públicos que se conecten con la economía local. Porque donde hay estructura urbana, hay posibilidad de dinamizar la económico.

Alguno dirá que el problema es el tamaño de la ciudad. Pero incluso en comunas pequeñas, con buena organización y visión del territorio, se pueden generar espacios comerciales sostenibles, ferias permanentes bien equipadas, rutas gastronómicas o productivas que conecten la urbe con el entorno rural. Para eso, primero hay que asumir que el emprendimiento necesita “ciudad”.

Por otro lado, tenemos la ya famosa permisología, el exceso de trámites, la falta de incentivos o las zonas grises detienen la inversión. Si queremos que las personas emprendan desde sus comunas, entonces las instituciones públicas deben hacer su parte: habilitar espacios, ordenar el suelo, invertir en equipamiento y asegurar acceso a servicios básicos.

A esto se suma un factor que muchas veces no se menciona, pero que también influye en el desarrollo económico local: la vida en comunidad. El sentido de pertenencia, la organización social, la confianza entre vecinos y la participación real pueden marcar la diferencia entre un territorio que dinamiza su economía local y otro que se estanca. Porque a veces, los negocios no despegan por falta de capital, sino por falta de redes de apoyo.

Las oportunidades de negocios no se activan con slogans ni cifras sueltas. Se activa cuando el territorio deja de ser un obstáculo y se convierte en la base de los proyectos. Cuando hay espacios diseñados para trabajar, caminar, producir y compartir. Cuando la formalización no es una trampa del estado, sino una oportunidad de crecer.

El urbanismo tiene mucho que decir aquí. Porque el crecimiento económico necesita infraestructura, pero también reglas. Necesita suelo, pero también visión. No se trata solo de apoyar al emprendimiento, sino de pensar ciudades que lo hagan posible. ¿Y esta lista tu comuna para dar el siguiente paso?

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