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sábado, abril 27, 2024

Las grandes ventajas de ser una persona carismática

Por Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)

“El carisma es una chispa en las personas que el dinero no puede comprar” (Marianne Williamson, escritora, activista social y conferencista norteamericana)

Se sabe desde hace mucho tiempo que las personas carismáticas son capaces de contagiar su entusiasmo, voluntarismo y energía a los demás, un rasgo que convierte a estas personas en verdaderos referentes para quienes están a su alrededor.

Un aspecto clave que destaca la especialista en “liderazgo emocional”, Sandra Burgos, autora del libro “Tú dejas huella”, es que es posible “entrenar el carisma natural” de la gente y dejar una huella –o impronta– en las personas con las que se interactúa, y alcanzar por esta vía, el impacto social que buscamos.

Desde un punto de vista biológico, los especialistas en el tema creen que el carisma fue un factor importante para la evolución de nuestra especie, ya que en los albores de la humanidad líderes carismáticos pudieron haber dado el impulso necesario para que los grupos humanos que ellos lideraban colonizaran nuevos territorios, establecieran asentamientos y crearan los cimientos de algunas de las más antiguas civilizaciones.

Es altamente probable que todos nosotros conozcamos a alguna de esas personas que resultan ser fascinantes y memorables de forma natural, al punto que cuando nos encontramos con una de ellas de inmediato nos sentimos cómodos, confiados y muy bien en su presencia.

Incluso más: de algún modo representan a ese tipo de gente que nos inspira a crecer, a desarrollarnos y evolucionar como seres humanos, ya que se trata de personas que generan un poderoso impacto positivo en su relación con los demás.

Cuando establecemos una conversación con una persona con la cual conectamos de manera genuina –un familiar, un amigo cercano, un profesor– la “sintonía” entre las dos personas se genera de forma espontánea, siendo un suceso que se percibe a simple vista, ya que se produce lo que se denomina “química de piel”, es decir, el conjunto de reacciones neurológicas que se producen en nuestro cuerpo como resultado de la imagen y/o presencia de una determinada persona, lo que facilita que las emociones fluyan de manera natural. Cuando esto acontece, la experta Sandra Burgos señala que ambas personas terminan hablando con “un tono de voz similar, con gestos faciales y corporales similares, incluso a una velocidad y volumen parecidos”.

No obstante lo anterior, el carisma continúa siendo una cualidad misteriosa y esquiva para la gran mayoría, pero es vista como la “clave del éxito” para quienes sobresalen en el mundo de la política, los negocios, las artes o en la educación.

Un ejemplo destacado en el ámbito político fue el caso del primer presidente negro de Sudáfrica, Nelson Mandela, un personaje histórico muy valorado, querido y admirado por igual, tanto por adeptos como opositores. En tanto que en el ámbito del deporte de alto rendimiento, el caso del atleta jamaiquino Usain Bolt es paradigmático en cuanto al efecto que causaba –y sigue causando– su presencia y amplia sonrisa entre sus admiradores. Por otra parte, en las artes cinematográficas, el actor norteamericano George Clooney, es considerado por sus pares, fans y admiradores como una de las personas más carismáticas y valoradas de Hollywood.

Equipos de investigación de diversas universidades de todo el mundo se han centrado en tratar de descifrar cuáles son, exactamente, las características de aquellas personas carismáticas, siendo muy revelador el hecho de poder verificar que la mayoría de estos estudios apuntan en la misma dirección: están de acuerdo con Sandra Burgos en que el carisma puede ser entrenado y que podemos llegar a ser una de esas personas admiradas y encantadoras, poniendo en práctica ciertas estrategias específicas.

Algunas de esas claves parecen ser “obvias y sencillas”, sin embargo, no todo el mundo es capaz de ponerlas a trabajar en favor de su persona.

Revisemos algunas de ellas:

1. Tener capacidad para establecer una conexión emocional con el interlocutor de turno.

2. Ser capaces de comunicar ideas de forma clara y fluida, donde la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace es en un 100% real y efectiva.

3. Adoptar una adecuada postura corporal.

4. Escuchar de forma activa y empática a quien tenemos frente a nosotros.

5 Desarrollar el hábito de expresarse con palabras positivas, ya que la forma en cómo se utiliza el lenguaje determina la imagen que las personas se crean sobre un determinado sujeto.
6. Acompañar los gestos y el lenguaje corporal con un contacto visual.

En relación con el punto relacionado con el contacto visual, un estudio realizado en Holanda comprobó que el impacto de los gestos que hace una persona al comunicarse con los demás, aumentaba notablemente cuando eran acompañadas de contacto visual. Es más: el contacto visual por sí solo lograba un impacto mucho más poderoso, que el del lenguaje corporal sin miradas. En este sentido, una mirada puede comunicar mucho más que una palabra y permite, asimismo, transmitir el sentimiento de ser una persona asequible, que es un ingrediente imprescindible de la conexión interpersonal. En este sentido, a los individuos que les cuesta establecer el contacto visual con otros, también les resulta bastante complicado conectarse emocionalmente con las demás personas.

Es un hecho que el carisma abre puertas allí donde va, “aceitando” y afianzando las relaciones entre las personas, especialmente, cuando queremos, por ejemplo, que:
1. Nuestra opinión –o punto de vista– sea valorado y aceptado en una reunión de trabajo.
2. Cuando buscamos que nuestros potenciales clientes sientan que pueden confiar plenamente en nuestra palabra y nuestro profesionalismo.
3. Cuando queremos despertar interés en aquella persona que acabamos de conocer en un determinado evento.
4. Cuando deseamos que un proyecto que beneficia a todo el equipo sea llevado a cabo con celeridad, colaboración y el apoyo de todos.

Señalemos finalmente, que en todos estos casos –y muchos otros más– el carisma es el factor clave que hace la diferencia entre la “confianza y la admiración, entre la serotonina y la dopamina, la autoridad y la accesibilidad”, como muy bien lo destaca la especialista en el tema Sandra Burgos. De ahí la necesidad de potenciar estratégicamente nuestro carisma natural y “hacerlo brillar”, cuando las circunstancias así lo requieren.

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