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jueves, 28 marzo, 2024

El existencialismo en nuestros tiempos

Por Guido Asencio
Académico

Una de las principales preocupaciones del hombre desde sus inicios está dado por la búsqueda incansable de la lo que se entiende por verdad o verdades por medio de la utilización de diferentes caminos, adoptando metodologías que se traducen en estudios e investigaciones que contemplan la interacción e intercambio con otros. En este escenario, el rol de las instituciones tiene un lugar importante, incorporando el elemento asociativo para la obtención del conocimiento, es así como universidades, organizaciones gubernamentales, ONGs, entre otras, contribuyen a institucionalizar metodologías que dan paso a estudios e investigaciones que cristalizan y difunden dicho conocimiento que ayuda a fijarse una idea del mundo que nos rodea.

Por su parte, una de las principales corrientes de pensamiento que ayudan a develar las grandes preguntas que se tienen para el hombre para sí mismo se encuentra en las teorías existencialistas, las cuales centran su análisis en explicar la condición humana, lo que concierne como responsabilidad del individuo, la experimentación de la libertad y el significado de la vida. Todas las reflexiones que surgen del existencialismo tienden a enrielarse en el tren de la moralidad, donde los prejuicios de herencia, constituyen solo una parte de lo que se quiere interpretar como algo cierto, en este sentido, el desafío mayor consiste en el descubrimiento de lo que el hombre puede alcanzar utilizando su potencial.

La pregunta por el sentido de la vida, ha formado parte de un análisis permanente desde el nacimiento de la filosofía griega, lo cual lleva consigo el reconocimiento de la finitud de la existencia humana, para justificar la necesidad de reflexionar sobre el hombre y su existencia, colocando como parámetros los conceptos de libertad e historia, reconociendo que no estamos ocupando un lugar en el tiempo-espacio por casualidad, sino que nuestra existencia es producto de la construcción y deconstrucción de un camino recorrido individual pero conviviendo permanentemente con la otredad, por medio de la experimentación de relaciones matizadas por vivencias y experiencias que determinan el sentido de la vida.

Las metodologías investigativas históricamente han estado marcadas por la excesiva importancia a la razón, influenciada por el planteamiento del pensamiento cartesiano, que implican el concepto inducido por el filósofo René Descartes que indica el famoso aforismo “pienso luego existo”, el cual desemboca el idealismo hegeliano que es contemplado como una idea de base para el conocimiento e interpretación de la realidad. Sin embargo, el existencialismo surge a finales del siglo XIX como una alternativa frente al idealismo hegeliano permitiendo su desarrollo más pleno en el siglo XX, dando un giro copernicano que implica la preeminencia de la existencia sobre la esencia, invirtiendo el aforismo cartesiano donde el “ser humano primero existe y luego piensa”.

El movimiento existencialista tuvo varios exponentes entre los siglos XIX y XX, donde trataron de argumentar con sus reflexiones una postura frente al sentido de la vida, los principales existencialistas fueron:

• Kierkegaard, quien se inclinaba por la libertad de elegir los caminos en la vida, esto presenta una mirada determinista que se va desarrollando durante la existencia del hombre, para elegir quiénes somos y también saber cuáles han sido las cosas que dejamos de lado frente a una elección, lo cual se parece a un constructo intencional que nos acompaña toda la vida.

• Nietzsche por su parte genera una verdadera revolución al proclamar “la muerte de Dios”; refiriéndose al devenir histórico de la civilización occidental, donde se contempla el declive de una moral. Esta muerte simbólica sugiere que el hombre no debe supeditar su existencia a dios o los dioses, puesto que el significado de su vida se debe a una justificación ética, que requiere encontrar por sí mismo el camino que se quiere recorrer.

• Para Heidegger el ser humano es considerado como “un yecto”, el cual está “arrojado al mundo y que su existencia hace posible su ser (Desein)”, en esto coloca como condicionante el concepto de libertad que hace posible las proyecciones que se quieren tener en la vida.

• Sartre es uno del existencialista más radicales, el cual rechaza explícitamente la pertenencia a escuelas de pensamiento, no incorpora en su reflexión los sistemas de creencias, tampoco reconoce que la naturaleza humana determina al individuo, pues en su argumento incorpora las acciones que determinan quiénes somos y le dan significado a la vida, él es quien indica que cada uno es libre y responsable de sus propios actos, por eso también es reconocido como el filósofo de la libertad.

Hay otros filósofos que reflexionan sobre el existencialismo, pero los nombrados en esta columna son los principales. Por su parte, la conexión con la nuestra realidad, dinámica y compleja, es posible integrar el existencialismo como una forma de darle sentido a nuestros actos, el trabajo cotidiano de examinar nuestros propios actos implica plantearse constantemente las preguntas fundamentales sobre lo que estamos llamados a ser. Esta dialéctica permanente reconoce que seguir la senda del mejoramiento del ser humano implica también una disposición a incorporar valores a nuestras actividades cotidianas, que no deben ser distintas de las extraordinarias que estemos dispuestos a experimentar, con el fin de encontrar una coherencia axiológica que implique una coordinación necesaria entre lo que pensamos, decimos y accionamos en nuestro vivir y convivir.

Qué duda cabe, que estamos inmersos en un mundo complejo, donde convivimos en una multiplicidad de principios, valores y pautas de conducta, lo que nos llevan a considerar la necesidad de conocer y reflexionar permanentemente sobre nuestros modos de vida, hoy sabemos que no basta la perspectiva simplista de lo que nos ocurre, por ello es necesario adentrarse a resolver la diversidad de problemas que nos plantea el mundo a través del mejoramiento individual que tiene su eco en la otredad, puesto que el entramado de interacciones que se reconoce en la complejidad es necesaria para justificar nuestra existencia.

Conocer las teorías existencialistas desde la filosofía occidental, nos ayuda a comprender que el sentido de la vida ha sido analizado desde diferentes perspectivas, lo cual se conecta directamente con principios valóricos, incorporando el trabajo permanente, con el objetivo final de construir una sociedad más humana, justa y solidaria, sustentada en los valores éticos, siendo el mejoramiento uno de los medios para acercarnos hacia dicho objetivo.

Finalmente, uno de los elementos presentes en nuestra realidad que implícitamente extrae la esencia del existencialismo está dada en el trabajo permanente, el cual constituye uno de los deberes y derechos esenciales del hombre, siendo el medio más eficaz para el desarrollo personal, contribuyendo con ello al progreso social, lo cual implica que la búsqueda incesante de lo que queremos llegar a ser.

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