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jueves, 28 marzo, 2024

Retos y Perspectivas de la Universidad del futuro

Por Samira Khazmou
Académica Escuela de Ingeniería UCEN

Es evidente que el mundo actual está sumergido en grandes cambios, tales como: avances tecnológicos, globalización y la era de la comunicación, solo por nombrar algunos, y las universidades no escapan de ello. Si bien es cierto que a partir del siglo XXI la universidad comenzó su proceso de transformación -con la llegada de la era industrial-, es en este momento donde se añade el rol de investigación, respondiendo a las necesidades de la sociedad. En la actualidad, los latentes cambios están a luz del día. La característica principal es la rapidez con que se producen y el acceso que tenemos a ella, basta con tener un teléfono móvil con acceso a internet y tendremos la información.

La pregunta que vendría a la palestra es ¿Dónde está el conocimiento hoy? ¿En las aulas? ¿En los libros? ¿En los teléfonos móviles y notebooks con acceso a internet? Me atrevería a decir que ésta última opción gana terreno desmesuradamente. Pero surgen otras preguntas como ¿Dónde se genera el conocimiento? ¿En aulas universitarias/los laboratorios? ¿En las plataformas de cursos online? ¿En las grandes empresas? ¿En los garajes?

Hoy en día la producción de conocimiento se está generando en espacios pequeños, y a nivel mundial se ha trabajado bajo un esquema colaborativo de ideas e información, dando cabida a redes de conocimientos. Si esto es así, bajo estas condiciones ¿Qué futuro le depara a la universidad?

Si partimos de la idea de que su función es trasmitir conocimiento, bajo este esquema actual se nos resquebraja, porque podemos acceder al conocimiento desde un dispositivo conectado a internet. La segunda idea es generar conocimiento, pero si estos se dan en las redes mundiales colaborativas, entonces la universidad deja mucho que desear.

La universidad sí tiene futuro, siempre y cuando cambie radicalmente y empiece a considerar que no es la única que trasmite conocimiento, puesto que podríamos pensar en diversas formas de obtenerlos, por ejemplo, se puede aprender de muchos sitios web y plataformas virtuales.

Aún así, los dispositivos con acceso a Internet no nos proporcionan todas las competencias, ya que necesitamos socializar, discutir ideas, no necesitamos docentes dueños y dioses del conocimiento y del saber, donde contestan preguntas que los estudiantes no han hecho. Urge un cambio de mentalidad, donde aprender, reaprender y desaprender son elementos clave. No necesitamos profesores que nos den clase, más bien, necesitamos entrenadores, guías, asesores, facilitadores o coach. Necesitamos instituciones que nos permitan hacer deportes, arte y cultura. Por lo tanto, si la universidad la cambiamos y la convertimos en intercambiadores de conocimientos y competencias, aquí seguramente tenemos un futuro. Lo mismo sucede en el mundo de la investigación, si nos dedicamos a estar conectados con las empresas, organismos, sociedad y redes colaborativas de conocimientos, entonces la universidad se vislumbra con luces y un futuro prometedor acorde al tiempo.

Muchas son las universidades motivadas al cambio, ya que la evolución no es opcional, es una ley universal de la cual estamos impregnados. Hay muchas ideas que propician estos cambios, imaginemos la horizontalidad en los espacios universitarios, aprendamos con los recursos que nos brinda la tecnología, generemos interactividad en los grupos, activemos la condición innata de la curiosidad del ser humano en nuestros espacios educativos, usemos el hemisferio derecho e izquierdo del cerebro para fomentar el pensamiento. A veces pensamos que la ciencia es excluyente, pero en realidad no lo es. Debemos usar adecuadamente las tecnologías, dar cabida al aprendizaje guiado, divertirnos mientras aprendemos y estimular la inteligencia en vez de la memoria.

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