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viernes, 29 marzo, 2024

Participación ciudadana para recuperar la confianza, no para dañarla

El concepto de participación ciudadana tiene una alta valoración, sobre todo en el mundo político, por eso no es de extrañarse que desde la UDI al Frente Amplio se utilice cada vez que se busque agradar a los dirigentes sociales y a la ciudadanía en general. Pero lamentablemente, conduce a la ambigüedad del concepto y en algunos casos fomentar el utilitarismo de la práctica participativa cuando ésta se incorpora mediante algún mecanismo en la administración pública.

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Por Patricio Contreras
Administrador Público, Licenciado en Ciencias Políticas, Magíster en Gerencia Social

Por definición la participación ciudadana es un hecho social donde los ciudadanos y el Estado interactúan en razón de sus intereses, los ciudadanos buscando influir en los asuntos públicos y el Estado buscando legitimar sus decisiones, todo lo anterior con la finalidad de fortalecer la democracia. Aquí se presentan dos posibilidades en la práctica, realizar el ejercicio participativo con compromiso y convicción o sólo generar la instancia para cumplir con algún indicador. Un ejemplo de lo segundo, son las conocidas “PAC o reuniones de Participación Ciudadana” donde el MOP establece (De buena fe) como requisito un número de reuniones a las empresas que ejecutan o realizan el diseño de alguna obra, las que se deben convocar por algún medio de comunicación, cumpliendo estos y otros requisitos se da por validado. Pero qué pasa si se convoca en un lugar distinto al de mayor impacto, en horario de trabajo y a sabiendas que entre los pocos asistentes no están presentes los verdaderos afectados, obras que en incluso consideran expropiaciones. Dirán la participación ciudadana se hizo, pero cuando los afectados reclamen, terminarán sintiendo que este mecanismo más que ser una oportunidad es una trampa que termina por dañar la confianza.

Pasar del discurso a la acción en esta materia no es algo sencillo, considerando que no existe capacidad instalada en los servicios públicos y menos en las consultorías. No quiere decir que los funcionarios sean malos, sino que no existe dentro de la educación formal un área o carrera donde se enseñe cómo funcionan los mecanismos de participación ciudadana. Para ello la capacitación es fundamental antes de implementar. Pero además hay otros factores que señalaré a continuación para que los mecanismos de participación se desarrollen de manera eficiente teniendo en el horizonte que este ejercicio debe permitir recuperar la confianza que los ciudadanos han perdido en el Estado. Primero, se requiere una metodología donde se expliciten las reglas del juego y clarifique el alcance de la participación para así moderar las expectativas. Segundo, disponer de información a los participantes utilizando los canales tradicionales y utilizar las nuevas tecnologías, poco interés puede haber en participar si no existe noción mínima. Tercero, los mecanismos de participación independiente si se tratase de una instancia consultiva debe tener algún grado de influencia o bien retroalimentar a los participantes de cuáles propuestas fueran consideradas y las que no, señalar los motivos. Finalmente, ante la ausencia de capacidad técnica, cobra mayor realce el compromiso en el ejercicio participativo, pero no sólo de los funcionarios sino que también de los tomadores de decisiones, idealmente debieran participar de estos mecanismos para dar garantía a la ciudadanía que para la institución pública su opinión es importante.

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