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martes, abril 23, 2024
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Banderas Negras en la Muestra Campesina de la Mosqueta: Cansados de la Incoherencia

Este fin de semana en el sector de Yaquito se realizó una nueva versión de la Muestra Campesina de la Rosa Mosqueta. Sin duda una fiesta para los vecinos del sector y toda la comunidad que acudió a participar de la celebración. Sin embargo, al acercarnos a la zona nos encontramos inmediatamente con indicios de que este año la actividad tenía algo diferente: banderas negras y pancartas de rechazo a la piscicultura en el Río Bueno, que se construye en el sector Cocule.

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Por Camilo Gómez
Columnista noticiaslosrios.cl

Esta manifestación se hacía patente con mayor intensidad al ingresar a la feria: “NO a la piscicultura; SÍ al agua limpia” rezaba una bandera a la entrada. Sumado a que casi todos los puestos en que emprendedores gastronómicos, artesanos y del turismo tenían letreros con leyendas similares, dejaban clara la idea de su descontento con el proyecto de la empresa Ventisqueros.

Y es que en Yaquito se manifestaba el sentir de una gran mayoría de ciudadanos que ven con espanto la falta de coherencia a la hora de autorizar proyectos, defender los activos económicos y el progreso de nuestro territorio por una aparente falta de seriedad o interés a la hora de abordar la planificación del futuro que queremos para nuestro hogar.

Así, vemos la dicotomía de un discurso político que apunta al respeto de nuestros recursos naturales y su valor para la comunidad por un lado, pero que por otro da pie a que se desarrolle un proyecto que con legítimo temor se considera afectará a las personas cuyas aguas usan para abastecerse para el consumo humano, la gente que nada recreativamente en su cauce y los animales que abrevan en sus orillas.

A ello, sumamos la intención de potenciar el turismo como motor económico de la zona, lo que no se queda sólo en una idea, sino que se invierten millones de pesos en capacitaciones de empresarios del turismo, iniciativas de SERCOTEC, INDAP y otras organizaciones públicas y privadas en miras de invertir en formas de desarrollo comercial sustentable. Cuestión que resulta un despropósito si por el otro lado se abre la puerta a un proyecto económico absolutamente incompatible con estas formas de hacer negocios.

De esta manera nos encontramos frente a un Estado que por desidia o falta de coherencia pone en riesgo el dinero de todos los chilenos que se invierte en la legitima esperanza de las familias que también disponen sus propios capitales, su tiempo y energía para crear un nuevo rostro del territorio, al que ahora se le amenaza con una cicatriz tremendamente visible e irremediable.

Luego, encontramos la situación de los pueblos originarios, quienes ven al río en esta situación de desprotección – basta ver los otros proyectos del mismo tenor que se encuentran río arriba y que a pesar de la oposición siguen en faena, o la dudosa gestión de los residuos de la planta de tratamiento de aguas servidas que desemboca en el Wenuleufu – y que mientras se les folcloriza en actos y discursos, se les margina de la toma de decisiones sobre estos proyectos a pesar del impacto que tiene para su vida cotidiana, contraviniendo una vez más el convenio 169 de la OIT y por supuesto, el respeto a un pueblo que no solo debiera invocarse de manera instrumental.

Lo anterior solo puede conducirnos a concluir que la falta de coherencia obedece a un desinterés por crear un proyecto territorial que satisfaga las necesidades y los intereses de los habitantes del territorio, donde las decisiones se van tomando de manera improvisada para dar curso a una agenda que de la impresión de que se está resolviendo un problema cuando simplemente se elabora una excusa tras otra, puesto que los discursos de rechazo o de objeciones frente a este tipo de iniciativas, no se ven refrendadas con acciones, estudios y personal que se avoque a dar respuesta y proteger los entornos, los vecinos y los emprendedores.

Así, cansados de la incoherencia, la única respuesta razonable es promover, exigir y construir esta planificación territorial ordenada, con conceptos claros – a través de las herramientas como los planos reguladores, pladecos y estrategias regionales de desarrollo – y poniendo límites precisos a lo que se puede o no se puede hacer en nuestra comuna, de qué forma deben aprovecharse los recursos de los que disponemos y la manera de crear alianzas estratégicas con las comunas vecinas que tienen similares vocaciones productivas para potenciarse y protegerse mutuamente evitando cortocircuitos como la piscicultura; crear normas eficaces, educarnos como ciudadanos y participando en el potencial que tenemos para pensar en conjunto lo que esperamos como unioninos para crecer juntos y vivir mejor.

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