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jueves, 28 marzo, 2024

Hacia la verdadera inclusión del adulto mayor en la vida nacional

Por Bernardo Berger Fett
Diputado de la República

A propósito de octubre, el mes internacional del adulto mayor, y pasada la efervescencia de las fiestas patrias, es bueno echar una mirada a lo que sigue pendiente.

Hace unas semanas discutimos en la Cámara la problemática que durante cuatro años se mantuvo muy en el tapete, pero sin movilidad, respecto al mejoramiento de las condiciones de vida del adulto mayor y de todos los procesos que acompañan el envejecimiento.

Y es que son tantas las deudas y las vulnerabilidades que están asociadas a envejecer en nuestro país, que ha vuelto esto un tema de suma prioridad. Según las proyecciones al 2050, un tercio de nuestra población pertenecerá a la tercera edad, superando los 4 millones y medio de personas.

He presentado varios proyectos en la línea de dar un trato diferenciado para nuestros adultos mayores, todos aprobados por la Cámara pero, por comprometer erario fiscal, debieron pasar primero al Ejecutivo durante el gobierno anterior, donde tuvieron poca acogida y la preocupación del Oficialismo de entonces sólo sirvió para la foto.

Y es que hay una necesidad concreta de ir más allá de los -siempre bienvenidos por cierto- viajes y actividades recreativas: requerimos un Plan Nacional Integral para el Adulto Mayor, que primero se haga cargo del envejecimiento empobrecido hacia los cuales están avanzando prematuramente los trabajadores en Chile.

Por ejemplo: Tras un estudio realizado por el Centro de Políticas de la Universidad Católica, el ingreso promedio de quienes tienen más de 65 años es de $337.551, y ante la pregunta realizada en cuanto al motivo por el que siguen trabajando, un 64,5% respondió que lo hacía por necesidades económicas, mientras que sólo un 17,1% indicó que lo hacía por gusto a su trabajo, un 14,7% señaló que lo hacía para mantenerse activo y un 2,6% para no quedarse en casa.

También necesitamos progresar en atención preferente en materia de salud, en inclusión en todas sus formas, incorporar accesibilidad universal, prolongar el acceso a la educación y la formación, establecer un estatuto que favorezca el trabajo de quienes pese a la edad, quieren seguir siendo útiles desde ese mundo… suma y sigue.

En definitiva, de una vez por todas, se hace más presente que nunca sentarnos a crear una Norma General e Integral que haga parte al adulto mayor de la vida nacional. Ya no basta la pancarta y los discursos.

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