Por Soledad Ojeda
Considerando que el eventual interés por revivir el fenecido proyecto hidroeléctrico Hidroaysén parece “un intento deliberado y consciente de la empresa Colbún tropezar con la misma piedra que Endesa”, el senador Alfonso De Urresti dijo que “una cosa es que estén negociando la compra derechos de agua a la actual Enel y otra creer que podrán revivir un proyecto que no solo generó un masivo rechazo social, sino que además fue rechazado por el Comité de Ministros por la Sustentabilidad, en junio de 2014”.
El parlamentario de Los Ríos sostuvo que “claramente no basta con contratar un plan comunicacional para que toda la percepción de daño al valioso patrimonio ambiental de la Patagonia que tiene la opinión pública y muchos científicos de materializarse un proyecto como Hidroaysén cambie. Creer que eso se puede hacer así de simplemente, es de una ingenuidad que no se condice con todo el proceso que ya se vivió en torno a ese proyecto”.
De Urresti recordó que “el fracaso de esta iniciativa empresarial de la ex Endesa y Colbún se constituyó en un verdadero triunfo de la ciudadanía y una derrota al centralismo. Por eso al desecharse su viabilidad el 2014, hicimos un llamado a la reflexión, un momento para que el país enfrentara una política energética consensuada, no impuesta, ni direccionada por parte de una empresa y sus intereses”.
El legislador del PS indicó que “junto con oponernos a Hidroaysén, hemos venido por años planteando la necesidad de discutir cuáles van a ser las políticas energéticas que impulsará el país, pero no a costa de imponer una agenda por parte de los privados, sino que sea el Estado quien deba delinear una política pública en esta materia. La caída de este proyecto no fue sólo una victoria ambiental, sino que además una victoria ética, del tipo de país que queremos, distribuyendo costos y beneficios sin sacrificar, además, nuestra imagen país”.
Finalmente, De Urresti insistió en que “nosotros queremos preservar la Patagonia para las futuras generaciones de chilenos y para el mundo, no para que grupos económicos tengan utilidades millonarias. Destruir uno de los ecosistemas más prístinos que quedan en el planeta y donde existen algunas de las mayores reservas de agua del planeta no es el camino a seguir. Si se represara el río Baker, aumentarían las temperaturas y los deshielos de los glaciares. Sería absurdo que teniendo esas riquezas, Chile las interviniera solo para favorecer un proyecto”.
