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jueves, 28 marzo, 2024

Descentralización y democracia: Relación virtuosa pero no causal

Por Egon Montecinos Montecinos
Académico, ex-intendentede Los Ríos

La discusión sobre la relación entre descentralización y democracia tiene implícita diversas hipótesis. Una de ellas plantea que distribuir poder, detonaría procesos democráticos a escala regional o local, es decir, más participación ciudadana, más empoderamiento de territorios y mayor visibilidad de los sectores más excluidos al interior de una región.

En la literatura científica, no existe evidencia concluyente que sostenga dicho planteamiento, ya que por ejemplo, también se ha observado que en países supuestamente con altos niveles de descentralización, la valoración de la democracia como sistema de gobierno por parte de los ciudadanos es inclusive igual o menor a la existente en países algo menos descentralizados. La descentralización, sobre todo en su dimensión política, es un factor interviniente más no exclusivamente determinante para detonar procesos democráticos a escala local.

¿Cuáles son los factores más influyentes para tener más democracia en los espacios locales y regionales?. En mi juicio, el capital social y cívico existente en un territorio (sea este región, provincia o comuna), ha sido y seguirán siendo determinantes para que, en muchos casos, instrumentos y mecanismos democráticos surjan sin necesidad de ser detonados a raíz de mayores atribuciones o más descentralización a espacios regionales.

Cuando existe capacidad asociativa entre actores públicos, privados y sociales y estos son capaces de articularse en función de un objetivo colectivo es posible afirmar que se va creando una “cultura política” que encuentra en la participación una alternativa de solución a los problemas comunes.

Asimismo cuando existen ciudadanos que ejercen una ciudadanía activa, involucrándose en los asuntos públicos, ello contribuye a que la democracia se fortalece de manera endógena sin necesidad de esperar estímulos externos para que eso suceda. Para ello es fundamental que existan ciudadanos que no sólo ejerzan derechos alejados del espacio público, ya sea en la familia o en el mercado.

La civilidad que hace posible la política democrática sólo se puede aprender en las redes asociativas de la sociedad civil. En consecuencia, la democracia sí se fortalece con más descentralización, pero su permanencia y pleno ejercicio, depende de los ciudadanos y sus territorios.

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